Améscoa Baja
Zona no vascófona.
Limita al N con la sierra de Urbasa, término de Yerri y Parzonería de Encia; al S con la sierra de Santiago de Lóquiz y con Allín; al O con Eulate y al E con Abárzuza.
Desde el punto de vista fisiográfico se distingue en el territorio municipal un escarpe montañoso arqueado, que se articula en el Nacedero del Urederra, al N y NE, y una parte deprimida en el centro y S. El primero se integra en la sierra de Urbasa (Larregoiko, 1.014 m, Ecaiza 1.130 m), y está formado por calizas y dolomías paleocenas que dominan, a modo de cornisa, sobre las margas del Cretácico Superior, recubiertas por los bloques desprendidos por gelivación, y por los aluviones del Urederra y su afluente el Uiarra; aquél que forma la pequeña foz de Baríndano al atravesar las calizas cretácicas de Lóquiz.
Clima y Medio Ambiente
Si se exceptúa algún islote bioclimáticamente mediterráneo que hay en el centro del valle y las cumbres de las montañas del N y NE, que son atlánticas, casi todo el territorio es submediterráneo. El promedio anual de las precipitaciones oscila entre 800 y 1.400 mm y caen en 100- 120 días, el de la temperatura de 8-10 C y el de la evapotranspiración potencial de 600-650 mm.
Flora
Es uno de los valles navarros con mayor porcentaje de bosques: 65,6% mm frente al 16% que corresponde a pastos y matorrales, 15,1% al cultivo y 3,3% a lo improductivo; las especies forestales dominantes son el quejigo, diversos tipos de robles de hoja pequeña y más o menos marcescente, y el haya, de acuerdo con las condiciones topoclimáticas del territorio.
HERÁLDICA MUNICIPAL. Trae de azur y una paloma blanca sobre una roca. Por timbre un yelmo empenachado.
CASA CONSISTORIAL. La Casa Consistorial más antigua que se conoce estuvo en un monte cercano a Zudaire, llamado Bazarramendi. Más tarde se situó en la Casa del Concejo de Zudaire. La actual es un edificio construido de nueva planta en 1923, según diseño del estellés Luis Salvatierra. El Ayuntamiento está regido por alcalde y ocho concejales.
HISTORIA. Hasta el siglo XVI se denominó Améscoa sin más. Como comunidad de lugares de señorío realengo consta ya en la documentación del siglo XI. En fecha desconocida, pero anterior a 1280, la corona unificó la pecha de su concejo de labradores villanos cifrándola en 900 sueldos. Comprendía las aldeas incluidas en el actual valle, más la de Erdoiza, despoblada a mediados del siglo XIV. En su término existía por lo menos desde 1198 el castillo de Inzura, a cuyo abrigo intentó Sancho VII el Fuerte desarrollar luego un núcleo de población franca que no prosperó. Junto con el valle de Arana (luego Améscoa Alta) obtuvo en 1411 que la corona reconociera a sus habitantes el uso privativo de una parte de la sierra de Urbasa, las denominadas Limitaciones, privilegio confirmado y ampliado (1665) a las Limitaciones Nuevas.
Poseían ciertos privilegios notables algunas casas nobiliarias, muy especialmente la de los Baquedano, a quienes Juan II concede en 1456 el molino de Améscoa y la pecha de val de Arana y Améscoa, mantenido hasta 1734, con los derechos de peajes, puertos, sacas y bailíos de dichos valles. En el momento de la concesión (1456) el palacio de San Martín, que se considera una fortaleza de comienzos del siglo XV, era ya posesión del mismo linaje, al que perteneció hasta el XVIII. Es probable que la preocupación de Fernando de Baquedano por fortificar el valle y concretamente Gollano, sin duda previendo la amenaza castellana, se relacione con el privilegio de hidalguía que Juan II concedió a todos los vecinos de este pueblo en 1476.
Juan Beltrán de Albizu, señor de Urra, consiguió del rey (1571) que sus caseros fueran reconocidos como vecinos del valle con todos los efectos, incluso los de aprovechamiento de sus bienes concejiles. En 1603, el rey concedió la jurisdicción sobre la Améscoa a otro don Fernando de Baquedano, señor de los palacios de Gollano y Lacar, lo que equivalía a convertirlos en lugares de señorío, dando potestad al nuevo señor para designar el alcalde; los amescoanos protestaron y lograron que se revocase la concesión, a cambio de ayudar al rey con 2.000 ducados para sufragar las guerras de Italia. Asimismo a comienzos del siglo XVII, José Ramírez de Baquedano, señor del palacio de San Martín, dio en titularse señor de San Martín, incluyendo el pueblo, basándose en que los historiadores Zurita y Zamalloa designaban así a sus antecesores; el concejo y el pueblo apelaron al rey Felipe IV y la Real Cámara falló a su favor definitivamente en 1623. Todavía unos años más tarde, su hijo, Diego Ramírez de Baquedano consiguió del monarca el título de marqués de San Martín, que tenía las mismas consecuencias administrativas, y ahora fue todo el valle de Améscoa Baja el que abrió un largo litigio que se resolvió cuando el valle añadió un donativo de 4.000 reales de a ocho para fortificar Pamplona.
Hasta 1734 los pecheros del lugar pagaban al cabo de armería del palacio de San Martín, Juan Ramírez de Baquedano, 80 robos de trigo y 93 reales y 15 maravedís en dinero cada año. Pero en esa fecha lograron que el recipendario lo condonase a cambio de darle 10.000 ducados por una sola vez. De conformidad con los hidalgos instituyeron un censo por esa cantidad al 2,5% acordando cargarlo sobre los bienes comunales.
En 1802 los pueblos del valle (Artaza, Urra, Gollano, Baquedano, Zudaire, Baríndano, San Martín y Ecala) se gobernaban por un alcalde pedáneo elegido por los pueblos, entre los cuales turnaba el oficio. Cada pueblo designaba independientemente sus justicias ordinarios. A diferencia de lo sucedido con la Améscoa Alta, que desapareció como unidad administrativa en la primera mitad del siglo XIX, la Baja subsistió como un solo municipio compuesto de ocho pueblos, y Zudaire se convirtió en sede del Ayuntamiento.
Cuentan en el término con varias ermitas dedicadas a: Nuestra Señora de la Misericordia, San Bricio, hoy desaparecida, San Antón, Santo Tomás y Santa Cruz.
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