Mendigorría
Zona no vascófona.
Limita al N con Cirauqui, Mañeru, Puente la Reina y Obanos, al E con Artajona, al S con este municipio y Larraga y al O con Oteiza y Villatuerta. El término se halla al S del anticlinal de las Nequeas y por su parte meridional está atravesado por la prolongación occidental del sinclinal de Barasoain, a través de la cubeta sinclinal de Artajona. De N a S afloran sucesivamente los yesos oligocenos (yesos de Falces), la facies margo-areniscosa y arcillo-areniscosa del mismo período geológico, del Oligoceno-Mioceno y del Mioceno. En el flanco S del anticlinal de las Nequeas los buzamientos son fuertes y en el sinclinal de Barasoain débiles; allí están las mayores alturas (Altos de Ibarbero, 513 m). Tres niveles de terraza se distinguen en la margen izquierda del Arga, que atraviesa el municipio de N a S (335 m); en la derecha hay un nivel de glacis de erosión.
Comunicaciones: Carretera local que se une a la altura de Puente la Reina con la general N-lll, Pamplona-Logroño.
Clima
El clima es mediterráneo-continental, caracterizado por inviernos fríos -sobre todo con viento N- y lluviosos, veranos moderadamente calurosos y secos, lluvias irregulares y cierzo frecuente. Sus valores medios anuales más expresivos son: 12,5°-13,5° C de temperatura, 450-550 mm de precipitaciones, caídas en unos 70 días, y 700-725 mm de evapotranspiración potencial.
Flora
Roturaciones, incendios y carboneo dieron cuenta de los encinares que cubrirían casi todo el terreno; no que¬an otros árboles que los propios de las ripisilvas fluviales (álamos, chopos) y los pinos de repoblación (de Alepo y negro de Austria).
HERÁLDICA MUNICIPAL. En las vidrieras del palacio de la Diputación aparece pintado de la siguiente forma: Cortado: la parte superior con las armas reales de Juan II, es decir, Navarra-Evreux partido de Aragón-Trastamara. La inferior de gules y un castillo de tres torres de oro, con un guerrero armado en la puerta. El castillo de tres torres está representado ya en un sello céreo de 1277. En el siglo XIV usaba, sobre fondo de gules, un castillo de cuya puerta salía un brazo armado empuñando una espada. En la fachada del ayuntamiento hay un gran escudo de piedra con las armas de Juan II entre dos leones tenentes y debajo el escudo descrito del castillo.
CASA CONSISTORIAL. Fue construida en el siglo XV. Es un edificio elevado en tres cuerpos, ejecutados en piedra. El segundo cuerpo tiene balcón corrido al que se abren dos huecos adintelados. Se sitúa en la Plaza de los Fueros. Se integran en el edificio otras actividades como biblioteca pública, cámara agraria, club de jubilados, servicios sociales de base y consu¬torio de ATS.El ayuntamiento está formado por alcalde y seis concejales.
HISTORIA. El monarca Sancho VII el Fuerte (1194 y 1208J) reajustó por «fuero» las cargas señoriales de sus pobladores, cifrándolas en la suma anual de 3.640 sueldos. Se les incluyó en el ámbito de vigencia del llamado Fuero de la Novenera. El lugar fue ocupado en 1378 por los castellanos, pero en 1463 resistió gallardamente sus ataques, por lo que Juan II la hizo buena villa con asiento en las Cortes del reino y concedió a sus vecinos los privilegios de los «francos» de Estella y que ventilaran sus pleitos conforme al Fuero General. Asediada luego por los beaumonteses del conde de Lerín, sufrió grandes daños (1474), que el soberano compensó dos años después ampliando su término.
Al comienzo de la guerra de la independencia, en junio de 1808, Andrés Eguaguirre, natural de esta villa, fue uno de los primeros en alzarse contra los franceses y en formar una partida, el Batallón de Escopeteros Voluntarios de Navarra, que llegó a contar con cuatrocientos. Más tarde, Mendigorría hubo de acoger una guarnición francesa, sobre la cual cayó Espoz y Mina el 21 de abril de 1813, obligándola a rendirse. Durante la primera guerra carlista, la villa volvería a ser escenario de encuentros importantes: en torno al puente de Larraga libraron combate los hombres de Zumalacárregui y los cristinos del brigadier Carrera el 9 de marzo de 1835, en acción que quedó sin vencedor, y en la que ambos bandos sufrieron bajas muy importantes. El 16 de julio del mismo año se libró en el término la batalla que valió al general Fernández de Córdova el título de marqués de Mendigorría por su triunfo sobre los carlistas del teniente general Vicente González Moreno. Nuevamente el 12 de septiembre los carlistas fueron vencidos en las inmediaciones de la villa por los hombres del general Aldama, que así se abrieron paso hacia Puente.
En 1847, había un hospital, fundado a comienzos del siglo XVIII y sostenido con algunos censos que poseía; escuela de niños, a la que asistían 133, atendidos por un maestro que percibía 4.420 reales al año y escuela de niñas, frecuentada por 122 y dotada con 2.000 reales al año. La iglesia parroquial estaba servida por un vicario, que era presentado por los vecinos, y ocho beneficiados y un medio, que lo eran por el rey y por el arcediano de la cámara de Pamplona. Funcionaban tres molinos de aceite, uno harinero con dos piedras, una fábrica de aguardiente con cuatro calderas, varios telares de lienzos y tejería. En los años veinte de nuestro siglo la villa contaba con dos fábricas de chocolate, otras dos de aguardiente, tres molinos de aceite y tejería.
En su término se halla Muruzábal de Andión.
IGLESIA DE SAN PEDRO. La actual parroquia de San Pedro es el resultado de dos impulsos constructivos, el primero se remonta a la segunda mitad del siglo XVI y el segundo al último tercio del siglo XVIII. En efecto, desde 1540 y hasta la primera década del siglo XVII duraron las obras que hicieron de este templo un amplio edificio gótico-renacentista, con nave de dos tramos más crucero y capilla mayor pentagonal. Como cubiertas se dispusieron complicadas bóvedas estrelladas que apoyan en un variado sistema de soportes según los tramos; así se combinan las pilastras cajeadas, los pilares, las ménsu¬as y esbeltas columnas suspendidas en el paño poligonal de la capilla mayor. La fachada renacentista, constituida por relieves y esculturas de bulto, con una expresividad propia del segundo tercio del siglo XVI, fue totalmente desmembrada en las obras del siglo XVIII. Los principales maestros de esta construcción fueron una familia de canteros compuesta por Sebastián de Mazquiarán, Diego de Areso, que figura como director de las obras, y su hijo Juan. Sin embargo, ellos no dieron fin a la empresa ya que hacia 1601 traspasaron la obra del coro y la torre al cantero de Larraga, Antonio de Arocechea y a su padrastro Juan de Aguirre, quienes las terminaron para 1614. En el último tercio del siglo XVIII se planteó la ampliación del templo, añadiéndole un tramo a los pies y dos capillas laterales, al mismo tiempo que se construyó la fachada, programada con dos torres, aunque sólo se hizo una y, finalmente, un pórtico lateral. En el interior estas obras guardan plena armonía con el resto del edificio, unidad lograda con el empleo de las bóvedas nervadas como cubiertas de los nuevos espacios. Por el contrario es en la fachada donde se manifiesta el compromiso entre el movimiento nervioso del Rococó y un concepto más contenido, ya neoclásico, lógico de estos años finales del siglo XVIII. Se concibe como una fachada telón, de marcada horizontalidad, dividida en tres calles, destacando la central al disponerse en ella importantes elementos de la portada del siglo XVI, tal es el caso de las esculturas de San Pedro, San Pablo y San Andrés, además de otros motivos menudos; todo ello se integra en una especie de retablo pétreo. El sentido ornamental y estructural de este conjunto se completa con la balaustrada de remate, la espadaña que se recorta en el centro y la torre, plenamente barroca, que se alza sobre el extremo izquierdo. Esta torre sigue una tipología muy difundida en una amplia zona de la Merindad de Estella. La realización de todas estas obras fue azarosa y larga, ya que duraron de 1773 a 1783. Para las mismas se presentaron tres proyectos, el de Manuel de Espinosa (1770), el de Vicente de Arizu (1772) y el de Juan Antonio de Oteiza (1773), que es el que se aceptó, aunque en muchos aspectos aprovecha soluciones de los anteriores. Las obras se contrataron primeramente con Antonio Barinaga, vecino de Larraga, quien trabajó entre 1773 y 1775. Al año siguiente se hizo un nuevo contrato con un equipo de canteros de Tolosa, formado por los hermanos Lorenzo y Pedro Machiandiarena, Felipe Ugalde, Fermín de Tapia y Juan Antonio de Uzcudun, el director de las obras; ellos fueron los verdaderos artífices de la empresa. Finalmente en 1854 se levantó una sacristía neoclásica con una planta circular, de acuerdo con el proyecto del arquitecto Anselmo Vicuña.
En el conjunto de retablos destaca el mayor, obra romanista realizada entre 1594 y 1610 por el escultor de Estella Bernabé Imberto. Es una síntesis de clasicismo tanto en lo arquitectónico en la sucesión de órdenes y el uso del arco palladito como en lo escultórico, con personajes de gran fuerza y belleza idealizada, visible en los rostros de los santos y santas. El repertorio iconográfico es amplio con pasajes de la Pasión de Cristo, vida de San Pedro y de la Virgen. Al mismo artista se le debe el retablo de Cristo Resucitado, muy transformado pero que sin embargo mantiene la talla del titular. Otra obra importante es el lienzo de Santiago Matamoros, titular del retablo barroco contratado en 1716 por el arquitecto de Estella Juan Ángel Nagusia. Se trata de un cuadro barroco del último tercio del siglo XVIII, cuyo autor, probablemente Vicente Berdusán, se muestra conocedor de la escuela madrileña del momento, con compleja composición, dinamismo en los personajes y cálido colorido.
Otras piezas destacables son la Inmaculada que preside su retablo, talla barroca fechada en 1716 y realizada por el escultor de Viana Juan Bautista de Suso, y los dos retablos Rococó del último tercio del siglo XVIII son obra de Diego de Camporredondo, la sillería y el órgano. Entre las piezas de orfebrería destacan dos cálices y un ostensorio puristas de la primera mitad del siglo XVII, otros dos cálices y dos crismeras que avanzan ya hacia el Barroco y, por último un cáliz de finales del siglo XVII, de estilo barroco peruano.
IGLESIA DE SANTA MARÍA. La iglesia de Santa María, en lo alto del pueblo, fue la primitiva parroquia, construida a comienzos del siglo XIII, aunque su aspecto original quedó totalmente desvirtuado tras la reconstrucción del siglo XIX. La preside la imagen de María con el Niño, talla gótica del siglo XIV. El retablo aprovecha relieves de comienzos del siglo XVI y estilo hispano-flamenco. La ermita de Nuestra Señora de Andión, localizada en las proximidades de la ciudad romana de Ándelos, es una construcción de comienzos del siglo XIII reformada en el XVII, cuando se cubrió la cabecera con una cúpula barroca. Al mismo estilo, aunque del siglo XVIII, pertenece el retablo mayor presidido por Nuestra Señora de Andión, de origen medieval aunque mutilada para convertirla en imagen de vestir. Hoy se venera en la parroquia. Entre los sillares del exterior se aprovechan algunas inscripciones romanas.
ÓRGANO. Cuenta con un ejemplar rococó. Este estilo, que afecta sobre todo a los aspectos decorativos, está muy presente en las cajas de los órganos. De esta época (segunda mitad del siglo XVIII) quedan muchos, y son los de fachadas más llamativas y fastuosas. Aunque se cambió la estructura del órgano, se mantuvo la caja.
ARQUITECTURA CIVIL. El caserío desciende por las laderas de la colina, cuya zona más alta la ocupa la iglesia de Santa María, en torno a la cual se localiza el núcleo más antiguo de la población. En la zona media se abre la plaza de los Fueros presidida por la parroquia de San Pedro y el ayuntamiento, un edificio del siglo XVII que aprovecha un escudo gótico del XV. En dirección a Andión se levanta un puente sobre el Arga, de origen medieval aunque arreglado en el siglo XIX.
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