ARCHIVO del patrimonio inmaterial de NAVARRA

Milagro

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  • Denominación oficial:
    Milagro
  • Tipo de localidad:
    Municipio simple
  • Censo:
    3.289 (2016)
  • Extensión:
    28.00 km2
  • Altitud:
    295 m
  • Pamplona (distancia):
    79.00 Km


Zona no vascófona.

En su término, que limita con los de Villafranca por el N, Cadreita por el E, Alfaro por el S y Rincón del Soto y Funes por el O, desembocan el Aragón, ya unido con el Arga, y el Ebro; el primero lo atraviesa de N a S y el segundo va cercano y a veces es coincidente con la muga meridional. Milagro -mirador- se levanta sobre una de las colinas yesíferas oligocenas que forman parte del flanco S del anticlinal de Arguedas, recubiertas parcialmente por las terrazas del sistema fluvial Ebro-Aragón y que aquí culminan a 364 m. Por el E estas colinas terminan en el escarpe que lame el río Aragón, a cuya izquierda se desarrolla la baja llanura aluvial que sirve de asiento a la parte más extensa del regadío; por el S se desciende más escalonadamente a la baja llanura aluvial del Ebro, también irrigada, ambas llanuras se hallan a 270-280 m.

Comunicaciones: Situada en la carretera comarcal NA-134, Eje del Ebro.

Clima

El clima, mediterráneo continental, se caracteriza por la extremosidad de las temperaturas, la escasez de las precipitaciones (400-450 mm de media anual, en unos 50 días), la aridez (unos 800 mm de evapotranspiración potencial al año), la frecuencia e intensidad con que sopla el cierzo, etc.

Flora

Alamedas fluviales, sotos poblados y pinares de repoblación ocupan más espacios que los matorrales y pastizales, que aquí son típicamente mediterráneo-continentales.

HERÁLDICA MUNICIPAL. Cortado. 1.° las cadenas de Navarra. 2.° de azur y un castillo de oro de tres torres y debajo, sobre ondas de plata y azur, una barca tripulada por dos remeros. Con estos mismos colores y metales aparece pintado en las vidrieras del palacio de la Diputación. Aunque el escudo propio son las cadenas del reino dadas por Sancho el Fuerte, al pintarse el blasón en las vidrieras de la Diputación, se cuartelaron éstas con su antiguo sello. Este, usado ya en el siglo XII era redondo, con un castillo en jefe y debajo una gran barca con dos remeros. La pala de uno de ellos tiene forma de lanza e invade el campo de la leyenda. En orla la inscripción: SIGILLUM = CONCILLI = DE MILAGRO.

CASA CONSISTORIAL. En 1693 se construyó una Casa en ladrillo, en cuya planta baja había una galería de seis arcos, sobre la que se alzaba otra planta y desván. Se demolió hace quince años, con motivo de una ampliación de la Plaza de Los Fueros. La actual ha quedado ubicada en la antigua casa sindical, formando un conjunto con las escuelas públicas y el cuartel de la Guardia Civil, con un amplio patio interior.El ayuntamiento está formado por alcalde y diez concejales.

ARQUEOLOGÍA. En su término se encontró una tumba de inhumación de época romana, con ajuar, consistente en un frasco de vidrio (ungüentarium) y un fragmento de anillo de hierro.

HISTORIA. Su nombre hace referencia a la atalaya o mirador («miráculo») fortificado por el rey Pedro I (1098) para vigilar la Ribera tudelana, entonces todavía musulmana. La población luego constituida fue centro de una «tenencia» en el siglo XII. Su iglesia, adscrita pronto a la abadía de Montearagón, fue restituida por el monarca García Ramírez (1137) a la mitra de Pamplona, aunque ésta no logró que se reconocieran plenamente sus derechos hasta 1385. Dicha iglesia o quizá otra del mismo lugar está documentada en 1162 bajo la advocación de San Miguel. Sancho VII el Fuerte concedió (1197) a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén el monopolio del tráfico fluvial en el tramo del Ebro entre Azagra y Milagro. Como villa de señorío realengo, debía en 1280 una pecha anual de 900 sueldos. En atención a su declive demográfico, Carlos III dispensó a sus vecinos de su cuota en las «ayudas» de 1393 y 1398, y, más tarde, Juan II redujo su tasa por «cuarteles» (1446). El príncipe Carlos de Viana dio el señorío de la villa (1446) a Juan de Beaumont, pero la princesa Leonor la reincorporó para siempre al patrimonio de la Corona (1472). De su castillo, dado por Carlos V a los condes de Lerín, tomaban luego posesión formal los duques de Alba al sucederse en su condado navarro. Fue la última villa que obtuvo el derecho de asiento en las Cortes del reino.

A finales del siglo XVIII ya destacaba su producción de frutas, particularmente cerezas, también era abundante la cosecha de vino, objeto de considerable comercio con otras provincias; se regaba una porción considerable de terreno sobre todo viñas y olivares. El puente que se construyó de madera en el año 1781, lo destruyó en su mayor parte la avenida del día 25 de septiembre del año 1787, y sólo había una barca para cruzar el río, lo que causaba considerables perjuicios a los colonos que poseían heredades a la otra parte del río. Sobre el Aragón había un molino harinero de propiedad particular. La villa contaba con un hospital, antiguamente regido por la cofradía del Hospital de Milagro, que al desaparecer en el año 1764 cedió los bienes a la Junta local de Beneficencia, y escuelas de primeras letras, y en su jurisdicción se hallaba el término de Edesa.

En 1847 la escuela de niños era frecuentada entonces por 78 u 80 alumnos y disponía el maestro con la dotación de un robo de trigo por discípulo; en cuanto a las niñas, el número de alumnas era el mismo y la dotación sin embargo, la mitad. Para el servicio de la parroquia había un vicario, que era presentado por el rey o el obispo de Pamplona, según el mes en que se diera la vacante; cuatro beneficiados, presentados en este caso por el propio rey o el obispo de Barbastro, según la época, y un racionero sacristán. En la jurisdicción de Milagro se comprendía el caserío del Montecillo, diez sotos -cinco de propios y cinco particulares- y cuatro dehesas, entre todas las cuales podían mantener un millar de cabezas. Aparte, Milagro gozaba ya del aprovechamiento de las Bardenas. Pero seguía sin puente. Los caminos eran carretiles. Además del molino, contaba Milagro con hornos de cal, yeso, teja y ladrillo.

En los años veinte de nuestro siglo funcionaba una cooperativa y cuatro fábricas de conservas, aparte de las viejas industrias dichas. Se construyó un puente de hierro de 211 m de largo.

CASTILLO. Sus orígenes datan de 1098, cuando el rey Pedro I hizo construir una atalaya, para vigilar desde ella la plaza de Tudela, en poder aún de los musulmanes. En los últimos años del reinado de Sancho el Fuerte era gobernador Pedro Ximénez de Olleta. Más tarde, en 1276, otro caballero de ese linaje, Roy Ximénez de Olleta, prestó homenaje a la reina doña Juana por esta fortaleza, cuyas torres se reparaban cuatro años después. En los primeros años del siglo XIV era alcaide Jimeno Pérez de Olleta. En 1321, Alvar Díaz de Morentin, con una retenencia de 6 libras en dinero y 30 cahíces de trigo, y poco después, hacia 1335, Renalt de Robray. A la muerte de éste, en 1351 Carlos II confió la guarda a Francés de Chamborc, y ese mismo año, la traspasó a Diego Martínez de Morentin, escudero de Falces. El castillo estaba necesitado de reparación en 1366; no obstante, se dio orden al baile de no obligar a los vecinos a trabajar en él, por las grandes cargas que sufrían. Por entonces entró como alcaide Martín Ruiz de Olleta. Entre 1380 y 1388 ocupaba el puesto García Fraire de Caparroso, y en 1388, Carlos III confió la guarda a Perot de Agramont, al que sucedería en 1395 Sancho Miguel de Erro. En 1401 fue nombrado alcaide Fortuno o Fortún de Falces, y en 1415, también por Carlos III, Pedro Ortiz de Banano, escudero de Falces. Se hacían obras de reparación hacia 1418, deduciéndole cantidades al alcaide de su retenencia. En 1421 pasó a desempeñar el alcaidío Bernart de Ezpeleta. Con ocasión de la guerra con Castilla tuvo que reforzar la guarnición, llegando a tener 14 hombres de armas y 30 ballesteros, a las órdenes de mosén Juan de Olleta y después, a su muerte, de Borchea de Aguirre. Hacia 1435 pasó el alcaidío al caballero mosén Francés de Veintemilla, reinando ya doña Blanca y Juan II de Aragón, que se ausentó del reino en 1441, sustituyéndole Sancho de Álzate. Por entonces se elevó con tapias de tierra la barbacana.

En 1446 fue nombrado alcaide Blanquet de Sant Lux, criado del príncipe de Viana, pasando poco después la fortaleza a poder de Juan de Beaumont. Juan II nombró en su lugar en 1450 a mosén Godofre de Ezpeleta. Eran los tiempos de las discordias civiles entre agramonteses y beaumonteses, que tanto daño harían a Navarra. En 1472, la princesa doña Leonor, con tropas levantadas por las Cortes, reconquistó la villa y castillo, que estaban a la sazón en poder de los beaumonteses, y los unió al real patrimonio. En 1480, el castillo había venido a poder dé los de Tudela, a los cuales requirió su entrega al año siguiente el cardenal Pedro de Foix, gobernador del Reino. A partir de 1494 consta como alcaide Garci Pérez, con 50 libras de asignación. Por las cuentas de esos años, se sabe que el castillo no fue derribado en 1516 ni en 1521, al estar en poder de Juan de Beaumont. Posteriormente, pasó al patrimonio de la casa ducal de Alba, que todavía a principios del siglo pasado ponía alcaide. Hoy, apenas subsisten unos paredones de argamasa. 

IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ABADES. En lo alto del pueblo se alza la parroquia de Nuestra Señora de los Abades, un amplio templo gótico-renacentista construido a partir de 1581 por los canteros Juan José de Gabadi y Martín de Peñarrieta, siguiendo trazas de Amador de Segura. La iglesia se ajusta a un tipo muy difundido en la zona: una amplia nave de cuatro tramos -el del coro añadido por el arquitecto Francisco Garraus en 1946-, capillas entre los contrafuertes y cabecera pentagonal. El conjunto se cubre con una bóveda estrellada de claves decoradas que apoya en columnas adosadas a los contrafuertes. Esta fábrica se manifiesta al exterior con sus paramentos de ladrillo, la torre como volumen destacado. La sacristía se construyó en el siglo XVIII con su curiosa cubierta de cuatro bóvedas de aristas de cuyo centro pende un fragmento de entablamento con un angelote, de gran efecto. En el retablo mayor se aprecia el paso del estilo manierista al barroco que cabe situar en la década de 1660-1670. Este compromiso entre ambos estilos está patente en la traza con clara referencia al manierismo en los valores arquitectónicos, mientras que en el Barroco inciden las dobles columnas salomónicas así como parte del lenguaje decorativo, ya de carácter naturalista. Dentro de esta tendencia se encuentra también el despliegue iconográfico debido a un escultor conocedor de la escuela vallisoletana del momento. Mayor avance dentro del barroco presenta el retablo de San Blas, datable ya a finales del siglo XVII, con su traza cuajada de abundante vegetación. El lienzo del ático que representa a San Fermín hay que ponerlo en relación con el círculo de Vicente Berdusán. Dentro de las artes suntuarias destaca un terno blanco bordado en Barcelona por José Velat y José Estruch en 1777, un ostensorio purista de la primera mitad del siglo XVII y un relicario de brazo que ostenta los punzones de Méjico y del orfebre Diego González de la Cueva. La basílica del Patrocinio se localiza en la zona baja de la población. Esta fábrica de logrados efectos barrocos sigue el proyecto del maestro Pedro de Aguirre; se construyó entre 1699 y 1703. Su concepción es de lo más elaborado del Barroco navarro, admitiendo parangón con la Enseñanza de Tudela. Tiene una planta octogonal que alberga una elipse con el eje mayor acorde con el sentido del templo; a ella se abren en los cuatro ángulos principales unos ámbitos cuadrados que originan una cruz griega, con lo que la tensión espacial cíe este edificio se acentúa. La misma riqueza y complejidad se transmite a la cubierta donde se enfrentan, dos a dos, las cúpulas con sus linternas y las bóvedas de aristas, todas vinculadas por la gran cúpula elíptica del crucero. En contraste con esta variada concepción de planta y cubiertas, el sistema de soportes se expresa con un lenguaje claro y austero, a base de pilastras cajeadas de orden gigante que se prolongan en una cornisa. Es en los exteriores donde otra vez el juego de volúmenes, el contraste de luces y sombras, de zonas decoradas con paramentos lisos logran un sugerente efecto barroco. La multitud de torrecillas, cúpulas y pináculos que coronan el edificio lo hacen extraño a la arquitectura propia de esta región, sin embargo el material, el ladrillo, así como las labores decorativas realizadas con él lo integran plenamente en su entorno. La Virgen del Patrocinio, titular de la basílica, puede ser una talla gótica, aunque ha sido totalmente modificada en la restauración.

ARQUITECTURA CIVIL. Dentro de la arquitectura civil esta villa cuenta con edificios construidos en ladrillo y rematados por galerías de vanos de medio punto o rectos, que pertenecen al siglo XVII o XVIII. Entre los de la primera centuria destaca el antiguo palacio de los condes de Guenduláin, hoy casa de las Carrillo de Albornoz, concebida como un monumental bloque cúbico de muros austeros salvo el coronamiento, donde se multiplican las ventanas rectas molduradas. Asimismo el decorativo escudo en esquina y los herrajes de balcones y ventanas suavizan el rigor de los paramentos. La casa solariega de los Ganchillos es otro buen exponente del palacio barroco característico de la Ribera Navarra, provisto de una escalera interior que se manifiesta al exterior por una linterna. Fuera del núcleo urbano se localiza otro palacio, llamado «El Montecillo», construido a lo largo del siglo XVII por la familia Guenduláin, cuyas armas se graban en la fachada en un escudo de alabastro. MOS.
Ermitas del Calvario y Nuestra Señora de Palma.