Aribe
Zona vascófona.
Limita al N con Aria, al E con Villanueva de Aézcoa, al S con Garayoa y al O con Garralda.
Este municipio, uno de los más pequeños de Navarra, se halla atravesado por el río Irati, que tiene aquí un trazado meandriforme y se encuentra jalonado, en su orilla derecha, por los escarpes calizos con que termina por el E el corredor de Garralda. En Arive se distinguen geomorfológicamente tres porciones distintas de territorio.
Clima
La temperatura media anual es de unos 10º C, las precipitaciones ascienden a unos 1.600 mm, caídas en 130 días, y la evapotranspiración potencial -también media del año- oscila entre 600 y 650 mm; son características del clima subatlántico montañés, como es en general el del valle de Aézcoa.
Flora
Las especies forestales más importantes son los robles y las hayas, aquellos en las partes bajas y éstas en las altas y orientadas al N y NO.
Trae de plata y un encino de sínople a cuyo tronco está atravesando un jabalí de sable. Bordura de gules. Este escudo es el blasón privativo del valle de Aézcoa y al propio tiempo de cada uno de sus pueblos.
La estructura se identifica con la arquitectura de la zona. Fue construida en 1958. Consta de tres plantas y cuatro fachadas. Sirve además para otros usos, como consultorio veterinario y vivienda. El Ayuntamiento tuvo otra sede anterior, utilizada hoy por la Guardia Civil. Su Ayuntamiento está regido por alcalde y cuatro concejales. Su secretaría está compartida con Garayoa y Villanueva.
Historia
Como lugar de señorío realengo devengaba su pecha anual en la Edad Media junto con los demás núcleos de población de la tierra de Aézcoa.
Perteneció al municipio de Aezcoa hasta su disolución en 1845. Por ello, hasta los comienzos del XIX gobernaba el lugar el alcalde capitán a guerra del valle y un regidor que elegían los vecinos del pueblo. Se tenía noticia, ya en esas fechas, de su fuente de aguas medicinales a la que concurrían muchos enfermos, tanto de Navarra como de Aragón y fronteras de Francia, a bañarse. Se calculaban entonces al término 680 robadas, de las que estaban en cultivo 164, propias de particulares, y podrían cultivarse otras 266 de las 516 que los abarcaban comunes. Los bosques ocupaban 250 robadas. El pueblo vivía principalmente, de la ganadería, con la venta de cuyos productos compraba lo necesario para comer y vestir.
Como tantos pueblos de la montaña, Arive sufrió mucho en 1794 en la guerra contra la Convención, en que fue incendiado. Y volvería a serlo por los carlistas en 1837. Sus moradores al igual que los demás del valle eran nobles con privilegio de varios reyes. Con la reforma municipal de los años treinta del XIX, Arive se convirtió en ayuntamiento independiente. Como toda la Aézcoa, su economía empezó a cambiar y mejorar notablemente con la apertura de las carreteras que habían de recorrerla; aunque en los años 1920 aún se estaba construyendo la que unía Arive y Jaurrieta. Contaba entonces, sin embargo, con el tranvía eléctrico que descendía a Aoiz y servicio de autobuses a Aoiz y a Burguete y Garaioa. Funcionaba un molino.
Se conserva un puente medieval, muy reformado llamado «puente romano». Está enclavado en el mismo casco del pueblo, junto a la carretera que va a Garaioa y atraviesa el río Irati.
Tiene una longitud de 50 m y una anchura total de 3,20 m. Consta de tres arcos de piedra y 6 m de luz.
En el término se halla la ermita de San Joaquín.