Espinal
Zona vascófona.
Limita al S con el valle de Arce, al E con Burguete y al O con Mezquíriz.
Industria del mueble de madera (27 obreros). Realizada la concentración parcelaria (1974): 439 Ha, 49 propietarios, 521 parcelas antes y 127 después. Comunes, 1.477 (70 de secano, 308 de pastos, 1.142 de monte maderable).
En su término se localiza parte del sector doménico de Arriurdin y parte del sector de Auritz, con los dólmenes de Arregui, Arzilo, Bagomutxu, Baratzeko Erreka, Dondoro, Erlebizcarra, Mendiandi, Otegui, Urdantxarreta y Urritzmuno.
Población fundada por el rey Teobaldo II, que dio su iglesia a Santa María de Roncesvalles (1269). Configuró un lugar de señorío realengo, cuya pecha anual ascendía en 1280 a 56 sueldos y 21 cahíces de cebada y, avena.
Hasta las reformas municipales de 1835-1845, lo gobernaban el alcalde del valle de Erro, que a su vez era designado por los vizcondes del Val de Erro y que tenían la jurisdicción civil, y los diputados elegidos por el valle y los regidores nombrados por los vecinos del lugar, los cuales -regidores y diputados- tenían la jurisdicción económica únicamente. En 1802 había molino harinero y, en 1847, escuela, cuyo maestro percibía 960 reales; los caminos eran locales y se encontraban en mal estado. Durante la segunda mitad del siglo XIX experimentó cierto desarrollo; a comienzos del XX contaba con puesto de carabineros, buen comercio, molino y pequeña industria forestal.
Parroquia de San Bartolomé
La reciente construcción de la parroquia de San Bartolomé es obra de los arquitectos Esparza y Ayestarán. Inaugurada en 1.961, su planta es de nave única y ábside semicircular. Destaca en su ajuar litúrgico la cruz procesional del último tercio del siglo XVI, muy parecida a la de Arrieta, con punzón de "Luis". Es interesante la arquitectura civil, con numerosas casonas de dinteles decorados y fechados, organizados a ambos lados de la calle principal.
Órgano
Cuenta con un ejemplar de la 2ª mitad del siglo XX, muy en consonancia con la factura reciente de su iglesia.
Durante el siglo XX se introdujeron cambios fundamentales en la estructura y transmisión de los órganos. Poco a poco se fue abandonando el tradicional sistema mecánico (que hoy en día nuevamente es preferido por muchos organistas) y tras unos años de experiencia del llamado órgano neumático-tubular (maquinaria Walker), se llegó al sistema eléctrico.
En cuanto a las cajas usadas por estos órganos, a partir de los años 40 se implantó la fachada «sin caja»: la mitad inferior de la misma está protegida por un cajón funcional y la mitad superior presenta los tubos descubiertos, aunque se cuida su distribución artística.
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