EL LORITO
Te voy a narrar el que contaba Remigio. Ese dice que iba uno a Logroño a por vino, a llenar el garrafón y llevaba un lorito metido en un saco. Lo detuvo en la puerta el portalero, porque antes cobraban en Estella y en todas las ciudades, y le preguntó:
–¿Qué lleva usted en ese saco?
–Ah, un lorito. Que esto no paga –le contestó sin darle importancia.
–¿Que no paga? Tampoco pasará. Tiene que pagar usted un duro –le ordenó el portalero.
¡Un duro! Un duro entonces era mucho dinero y este hombre no tendría nada. Pero el portalero insistía:
–¡Que no! ¡Que no ha de pasar usted, si no paga el duro! Tiene que pagar usted un duro por el lorito y, si no, no ha de pasar.
–Mecagüen San Patrás, le pego un coscorrón contra esa esquina y lo mato –amenazó enfadado el aldeano del saco al portalero.
Pero el lorito, que estaba metido en el saco, oyó la amenaza y le pareció que se refería a él. Así que le dijo con miedo:
–Oye, arregla eso. No la jodamos, ¿eh?