Zona mixta.

El término limita al N con Arguiñano, al S con Muez, al E con Vidaurre y al O con Iturgoyen.
 

Fue lugar de señorío del monasterio de Irache por donación del rey Sancho Garcés IV (1064). Ante la penuria de los collazos, obligados a emigrar abandonando sus menguados patrimonios, el abad reajustó su pecha anual (1315), que se cifró en la cuantía global de 28 sueldos y 28 cahíces de trigo, más 4 robos para el vecino que desempeñaba las funciones de «merino» del monasterio; en los casos de mañería, el abad se reservaba un tercio de su importe. A comienzos del siglo XIV percibía las rentas de la villa Sancho Sánchez de Oteiza, el cual las cedió (1414) a Juana Martínez de 0lloqui.En 1847 el curato era de provisión de los vecinos; recibían el correo desde Estella por el valijero del valle, y los caminos que conducían a Estella y Pamplona se encontraban en mal estado. En los primeros lustros del siglo XX se formó una Caja rural.

La parroquia de San Román es un edificio de finales del siglo XII y estilo románico tardío que ha llegado a nuestros días bastante completa con su nave rectangular cubierta por tres tramos de bóveda de medio cañón, con sólidos arcos fajones, capillas a la altura del crucero, -ha sido modificada la del lado de la Epístola- y, finalmente, cabecera poligonal de cuatro paños cubierta por bóveda de horno. Pequeñas reformas se efectuaron en el siglo XVI que no desvirtuaron el planteamiento original; consistieron en aplicar unas ménsulas platerescas bajo los fajones de la nave, levantar el coro a los pies y la sacristía junto a la cabecera, interviniendo en la construcción de estas dos últimas piezas Martín de Elduain en torno a 1575. Al mismo cantero se le debe la torre por la cual se le satisfacían los últimos pagos en 1567. La portada, de traza muy sencilla, es contemporánea de la iglesia, románica tardía con alguna influencia cisterciense. Se compone de un arco de medio punto con cinco arquivoltas de sección cuadrada, que descansan en pilares con capillas a manera de imposta corrida. Entre los retablos que adornan la iglesia destaca el mayor, que se le ha atribuido a Juan de Ayala entallador de Vitoria, si bien recientemente se ha documentado como obra de Pedro de Gabiria. La rica policromía que conserva, de cuidados grutescos, se debe al pintor de Estella Andrés de Miñano. Estilísticamente este retablo marca el paso entre el Plateresco y el romanismo, tanto en la traza, donde se empieza a potenciar lo arquitectónico, como en la escultura de relieves y bultos que aglutinan el expresivismo de tipo castellano con la monumentalidad más romanista. También se debe mencionar por su calidad un Crucificado, con la expresividad propia del segundo tercio del siglo XVI. Por estar documentada como obra del entallador Juan de Troas hay que citar la cajonera de la sacristía, fechable a comienzos del siglo XVII.