ARCHIVO del patrimonio inmaterial de NAVARRA

San Adrián

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  • Denominación oficial:
    San Adrián
  • Censo:
    6.225
  • Extensión:
    21.00 km2
  • Altitud:
    294 m.
  • Pamplona (distancia):
    83.00 Km


Limita al N con Andosilla, al E con Peralta, al S con Azagra y al O con Calahorra (LaRioja).
Gran parte del término, en el que confluyen el Ega y el Ebro, está formado por los aluviones de estos dos ríos, escalonados en diversos niveles de terraza fluviales, algunas deformadas por halocinesis. En la orilla izquierda del Ega afloran los yesos con arcillas de la Formación de Lerín (Oligoceno-Mioceno), plegados en un sinclinal y un anticlinal que la erosión ha modelado en crestas (440-460 m) y valles de dirección NO-SE; el Ebro corre a unos 290 m.

Comunicaciones: Situado en la comarcal NA-134, Eje del Ebro.

HERÁLDICA MUNICIPAL: Trae de gules y una palma de oro terminada en una flor de lis, sumada en su base de un lucero de ocho puntas del mismo metal y un creciente ranversado de plata y sobre ellos dos castillos de dos torres de oro, con una puerta y una ventana mazonadas de azur. La palma recuerda el primitivo nombre de la villa, que era el de San Adrián de las Palmas.

CASA CONSISTORIAL: Se construyó entre los años 1976 y 1977, sobre el solar de la anterior. Es un edificio exento, ejecutado en ladrillo caravista, de líneas modernas, en el que destaca el juego de luces y volúmenes. Tuvo sede anterior en una casa de la Plaza de la Constitución. El Ayuntamiento está regido por alcalde y 10 concejales.

HISTORIA: El monasterio de San Adrián de las Palmas, que dio nombre a la villa, recibió (1084) del conde García Ordóñez de Nájera y de su mujer Urraca diversas heredades en la Ribera navarro-riojana del Ebro.

La consagración de la iglesia de la villa hacia 1110 ocasionó una disputa entre los obispos, de Calahorra y Pamplona, resuelta al parecer en favor de este último. El lugar, con su castillo, constituía un estratégico enclave defensivo. Era de señorío realengo y debía a la Corona en 1280 un total de 100 cahíces de trigo y otros tantos de cebada y avena en concepto de pecha anual. Los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén disfrutaron desde finales del siglo XII de heredades en su término. Sus rentas fueron cedidas (1454) por el rey Juan II a Sancho de Vergara, de quien pasaron a Luis de Beaumont, que incluyó la villa en los dominios de su condado de Lerín.
Entre sus pobladores, que sufrieron a menudo las consecuencias de su situación fronteriza con Castilla, se contaban algunos judíos. Tenía en 1330 hasta 50 fuegos, reducidos en 1366 a 8, tres de ellos hidalgos. Habían aumentado en 1427 a 22, incluyendo cinco hidalgos y en 1553 a 62, reducidos a 39 en 1646. De 492 habitantes en 1786 pasó a 565 en 1857. Su iglesia parroquial está dedicada a San Adrián.
Los marqueses nombraban el alcalde, aunque a propuesta de la villa misma. A fines del siglo XVIII servían la iglesia un abad y cuatro beneficiados.
En 1837 desaparecieron definitivamente las jurisdicciones señoriales en toda España, y San Adrián quedó como villa sometida a régimen común, siguiendo por otra parte como ayuntamiento separado.
En 1847 contaba con escuela, dotada con 2.064 reales al año, y funcionaba un molino harinero. En los años veinte de nuestro siglo, las escuelas eran ya dos y además del molino San Adrián tenía cinco fábricas de conservas vegetales. El hospital, que sostenían el municipio y la casa Zalduendo, como fruto de una fundación piadosa, existía ya en el siglo XVII, aunque en otro edificio.

CASTILLO: En época medieval, la villa estuvo defendida por un castillo situado en la parte más alta, y del que hoy apenas sí queda algún vestigio. En 1264 era alcaide Remir Pérez de Arróniz. Más tarde, en 1276, García González de Andosilla prestó homenaje a la reina Juana por esta fortaleza. El portal de entrada se reparó con argamasa en 1280, a la vez que se renovaban las vigas del llamado palacio mayor. Diez años después se hacían obras en los muros del recinto, en la torre mayor, que amenazaba ruina, en el puente, y en otra torre menor, que se rehizo enteramente.
El año 1300 se reparó el horno y se mudó de lugar la cárcel o calabozo. Siete años después se recubrían las casas y se hacía el horno de nuevo. Era alcaide por entonces Juan de Cambila. El puente de acceso al castillo se arregló en 1318, poniéndole cadena nueva.
Carlos II confió la retenencia en 1351 a Diego García de Lizarazu, escudero, con una asignación anual de 8 libras y 40 cahíces. Por estos años realizó obras de carpintería Sancho de Beorieta. En 1366 el rey nombró alcaide a Sancho Gil de Azagra, caballero, mandándole que obligase a los infanzones, de la villa a contribuir a las obras de! castillo, por no bastar con la aportación de los labradores. La reina doña Juana decía en 1370 en una cédula que se trataba de «uno de los más notables (castillos) de aquella frontera».
En 1379 la villa y su fortaleza fueron tomadas por las huestes castellanas, teniéndolas a su cargo en rehenes hasta 1385, Juan Hurtado de Mendoza en nombre de Juan I de Castilla. Tras su reintegración a la corona de Navarra, en 1386, Carlos II confió la guarda del castillo al escudero Fernando de Esparza, confirmado en el puesto por Carlos III en 1387, tras su subida al trono. Este mismo rey, en 1402, nombró para sucederle en el alcaidío a Juan de Arrixola, escudero de Andosilla, y en 1408 les concedió una remisión de cuarteles por cuatro años, para que reparasen los muros, que estaban en mal estado.
Los reyes Juan y Blanca confiaron la guarda en 1428 a Lope García de Rixola. El año siguiente, con motivo de las hostilidades con Castilla, se puso una guarda de gentes de armas, que llegó a alcanzar los 12 hombres a caballo y 36 a pie, y en 1430 se aumentó hasta el número de 100 peones ballesteros, reducidos luego a 33, al mando de Borchea de Aguirre. También se colocó un cañón en la fortaleza. Otro de los capitanes era Juan de Eztúñiga.
En 1431 la reina Blanca enfranqueció a los de San Adrián de la mitad de los cuarteles y ayudas. Con la condición de fortificar los muros del cortijo de la villa, y reparar la torre «clamada del castiello». En el resto del solar del castillo, podían edificar casas libremente.
Juan II dio el señorío y pechas de la villa en 1454 a Sancho de Vergara, en atención a los servicios de su padre, mosén Pieres. Cuando en 1461 Enrique IV de Castilla atacó Navarra, ocupando varias plazas. Sancho recuperó por las armas la de San Adrián. Por ello, la princesa Leonor le confirmó el señorío con sus rentas y jurisdicción dándole también el solar de la torre y corral «donde solía estar el castillo o fortaleza». En 1493 el conde de Lerín atacó y ocupó el lugar con 500 hombres, llevándose preso a la torre de Mendavia a Sancho de Vergara, que al año siguiente fue restituido en la posesión del señorío por Juan de Labrit y Catalina. En 1505 tenía de nuevo usurpados villa y castillo el conde, con gran agravio para don Sancho y su yerno y heredero Pedro de Veraiz. Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico, quedaron definitivamente incorporados a los vastos dominios del condado de Lerín.

Enlaces a archivos de interés:

Archivo General y Real de Navarra

 

  
Archivo General y Real de Navarra 

 
 Archivo diocesano 

  
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ARTE. Parroquia de San Adrián

En la parte más alta de la población se encuentra la , iglesia que
existía ya en el segundo tercio del siglo XI, durante el reinado de
García de Nájera. El edificio actual, no obstante, es una obra
gótico-renacentista de mediados del siglo XVI, de dimensiones
monumentales, aunque su plan se reduce a una única nave de tres tramos
con capillas entre los contrafuertes, cabecera recta y coro alto a los
pies. Bóvedas estrelladas de esquema diverso cubren este interior,
todas ellas con claves decoradas en los cruces de sus nervios; los
correspondientes a la nave se recogen en ménsulas platerescas,
provistas de querubines. De esta misma época es la sacristía del lado
de la Epístola, estancia cuadrada que también recibe una bóveda
estrellada.

Los exteriores del templo ofrecen un bloque compacto formado por muros
desnudos de ladrillo, de acuerdo con la arquitectura típica del valle
del Ebro. A mediados del siglo XVIII fueron transformados notablemente
con la erección de una fachada barroca a los pies, obra que debía estar
realizándose en 1744 por el maestro de obras de Andosilla Martín Gil
Sanz, aunque el basamento de piedra se hizo bajo la dirección de Juan
Antonio Gómez por los canteros Francisco Muguerza y José Ignacio
Cialceta. Dicha fachada responde a un ingenioso proyecto de estirpe
italianizante, traducido a los usos constructivos locales. Entre planos
cóncavos se adelanta un paramento recto, ceñido por dos pilastras
cajeadas de orden gigante, que a su vez sirven de asiento a una amplia
cornisa con triglifos y óculos ciegos; culmina el conjunto un frontón
recto taqueado con algunas bolas en su remate. Este entramado guarnece
una portada de piedra con medio punto acompañado de pilastras cajeadas
y hornacina superior, también flanqueada por pilastras, en la que se
muestra una escultura del titular de la parroquia. Esta compleja
fachada obligó a añadir un cuarto tramo a la nave, más reducido que los
originales, sin embargo su cubierta trata de imitar la de éstos.
Barroca del siglo XVIII es asimismo la torre que se adosa al lado de la
Epístola, aunque en sus cimientos se pudieron aprovechar estructuras de
la anterior del siglo XVI. Sobre un fuste prismátito se eleva un cuerpo
de campanas, muy decorado a base de labores geométricas cortadas en
ladrillo, y un remate poligonal con pilastras plegadas en sus esquinas.

El interior del templo lo preside un retablo mayor de estilo romanista,
que para 1604 tenía terminado el ensamblador de Pamplona Domingo de
Bidarte. Su traza, deudora de lo escurialense, se compone de dos
cuerpos divididos en tres calles por columnas estriadas, jónicas y
compuestas respectivamente, y un ático de esquema semejante, en este
caso articulado por pilastrones. Medios puntos y frontones de diversas
tipologías resaltan la calle central. Esta arquitectura acoge un
complejo programa iconográfico, constituido por relieves y tallas de
bulto de buena calidad, obra de un escultor anónimo deudor del arte de
Anchieta. Descansando en un banco con figuras de los Evangelistas y los
Apóstoles se desarrollan las grandes historias del retablo,
pertenecientes a la Pasión de Cristo, la vida de San Adrián y el ciclo
de la Virgen. Enriquece el conjunto una buena policromía debida al
artista de Olite Juan de Frías. El sagrario tiene forma de templete
poligonal, incorporando la puerta un relieve del Crucificado; su
interior luce pinturas de Cristo Varón de Dolores y el Salvador de
estilo rafaelesco, lo mismo que los relicarios del banco, donde
aparecen un obispo y la cabeza de San Pedro. También contribuye al
ornato de esta iglesia la interesante colección de retablos barrocos
que se encuentran en las capillas laterales, todos de idéntico trazado
con cuerpo único de columnas salomónicas en distintos planos y ático
curvo de estípites, presentando una abundante decoración de motivos
vegetales. El más antiguo de ellos es el de la Inmaculada Concepción,
datable en los últimos años del siglo XVII, mientras que los de San
Pedro y San Pablo se fechan a comienzos del XVIII. Similar composición
tiene el retablo de San José, de finales de esta última centuria,
aunque se diferencia de aquéllos por su desnudez y eclecticismo. Las
imágenes de todos estos altares son contemporáneas suyas. En las
capillas más próximas a los pies se ubican sendos retablos de la
primera mitad del siglo XVII y traza manierista, formada por columnas
compuestas y frontón curvo. El correspondiente al Santo Cristo cobija
un Crucificado de mediados del siglo XVI. A esta misma centuria
pertenecen algunas tallas conservadas en la sacristía.

Parroquia Nueva de San Adrián

La reciente expansión del casco urbano por los llanos próximos al Ebro
y Ega ha obligado a construir en lo que hoy es centro de la población,
la , edificio inaugurado en 1968. A ella se llevaron algunas imágenes
antiguas y parte del exorno de la parroquia vieja. Del siglo XIV son
las tallas góticas de la Virgen de la Palma y la Virgen Correntodilla,
ambas sedentes. Sirve de titular una talla de San Adrián, barroca del
siglo XVIII, de composición dinámica, que fue modelo de la escultura
existente en la portada de la parroquia primitiva.

El casco antiguo de la población se localiza en la parte alta de ésta,
donde estuvo el recinto amurallado del desaparecido castillo. Está
formado por calles estrechas y edificios barrocos, aunque han
desaparecido muchas de sus viejas construcciones. Frente a la primitiva
parroquia se conserva un palacio del siglo XVII con dos cuerpos y ático
de ladrillo. Sobre sus muros destaca una caja poligonal de este mismo
material, que sirve de linterna a una monumental escalera del siglo
XVIII, la pieza más importante del interior de este palacio.

Enlaces de interés: 

Catálogo Monumental de Navarra

 

  Merindad de Estella

A) Documentos digitalizados (públicos y privados) de interés para la localidad

 

B) Enlace al archivo municipal

 

C) Otros archivos con documentos relevantes sobre la localidad 

Archivo General y Real de Navarra

 

  
Archivo General y Real de Navarra 

 
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