El Busto
Zona no vascófona.
Limita al N con Los Arcos, al E con ese municipio y Cortecampo, que es una pertenencia de Piedramillera, al S de nuevo con Los Arcos y al O con Salsol.
Su territorio puede dividirse desde el punto de vista geomorfológico en dos porciones: una llana al N, con alturas que oscilan entre 430 y 460 m, y otra más alta y accidentada al S, que constituye la vertiente NE de Socuenca (571 m). La primera forma parte del extremo occidental del sinclinal de Miranda de Arga y está formada por arcillas con niveles de caliza del Mioceno (Facies de Tudela), y la segunda, del flanco N del anticlinal de Falces, también en su extremidad occidental, y se halla formada por los yesos y arcillas de la Formación de Lerín (Oligoceno-Mioceno).
Clima
El clima es fundamentalmente de tipo mediterráneo-continental. Los valores meteorológicos medios anuales son: 11°-13° C de temperatura, 500-600 mm de precipitaciones, caídas en 60-80 días, y 700-725 mm de evapotranspiración potencial.
Flora
Nada queda de la cubierta vegetal originaria, que estaría formada sobre todo por encinares. La única vegetación arbórea, fuera de la cultivada, es la de chopos y pinos de repoblación (pino carrasco).
HERÁLDICA MUNICIPAL. Trae de azur y un manojo de espigas de oro. Por timbre un yelmo empenachado.
CASA CONSISTORIAL.Está situada cerca de la iglesia, en la calle San Andrés. Es un edificio cuya construcción se remonta al siglo XVIII y que se rehizo en 1982. Tiene cuatro plantas y fachadas con revoco.
Su Ayuntamiento está regido por alcalde y cuatro concejales.
HISTORIA. Debía a la Corona en 1280 un tributo anual de 100 sueldos. El monasterio de Iranzu poseyó heredades en su término desde el siglo XIII. Como aldea de Los Arcos perteneció a Castilla entre 1463 y 1753. En 1847 el horno y la taberna eran de propios; acababa de atravesar la villa la nueva carretera que unía Pamplona y Logroño. Tenía escue- la-, dotada con 70 robos de trigo al año.
Parroquia de San Andrés. Domina el caserío la parroquia de San Andrés, sólida fábrica de origen medieval, sustancialmente rehecha en el siglo XVI en estilo gótico renacentista con una sola nave de dos tramos desiguales y cabecera poligonal, todo ello cubierto por bóvedas de crucería. Los restos de la primitiva torre se englobaron en la traza barroca que dio José Ramón en el año 1728 y que ejecutaron Francisco de Ibarra y Jerónimo García. Más tarde, en 1766, Manuel de Beratúa firmó el proyecto de ampliación del crucero con dos brazos rectangulares cubiertos por bóvedas de cañón con lunetos, que llevaron a la práctica al año siguiente José Santos del Castillo y su hijo Bautista; poco después, en 1772, se autorizó la construcción de la escalera del coro. Los contrafuertes de la iglesia fueron reforzados en 1697 por el cantero Juan de Jáuregui y por Antonio Artazu un siglo después, Joaquín Antonio de Ibarrola levantó el pórtico que sirve de protección a la primitiva portada del templo. Pieza destacada de la retablística navarra del segundo tercio del siglo XVI es el retablo mayor del templo, relacionado estilísticamente con el círculo de maestros riojanos en torno a Arnao de Bruselas que mezclan rasgos de Berruguete y Yoly, y entre los cuales se encuentran también los de Lapoblación, Genevilla, Piedramillera, Armañanzas y algunos otros.
La traza plateresca, ornamentada en sus tres cuerpos y ático, alberga un interesante repertorio iconográfico en relieve y de bulto redondo con escenas de la vida de Cristo y figuras de varios santos en torno al titular San Andrés, todo ello tratado con la fuerza expresiva que caracteriza a este grupo de obras. Por su patetismo y violencia destacan los grupos del Descendimiento y del Santo Entierro. Se conservan del siglo XVI varios fragmentos de la sillería romanista, posible obra del escultor estellés Pedro Imberto por su gran semejanza con la de Allo, que dicho maestro realizó según trazas de Juan de Anchieta. Al siglo XVII pertenecen los dos retablos gemelos de la Virgen del Rosario y de San Sebastián, exponentes ambos de un romanismo tardío y obras documentadas entre 1636 y 1643 de Pedro de Izquierdo, arquitecto y escultor vecino de Los Arcos y del escultor Bartolomé Calvo, residente en Orbiso; al primero de ellos se debe asimismo la cajonería manierista ejecutada para el año 1639. De estilo rococó son los retablos del Corazón de Jesús y de la Virgen de Nieva, que los maestros escultores Antonio Yzaguirre y Miguel López de Porras ejecutaron para el año 1771. La policromía de ambos la hizo el dorador de Los Arcos Santiago Zuazo en el año 1776.
Arquitectura civil. La calle San Andrés que atraviesa longitudinalmente la población, está jalonada de viejas mansiones donde campean algunos escudos, destacando entre ellos las armas de Fernández, de los Ramírez de Ganuza o de Miguel Fernández de Melque.