ARCHIVE du patrimoine immatériel de NAVARRE

Sesma

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  • Nom officiel:
    Sesma
  • Recensement:
    1.211
  • Extension:
    71.00 km2
  • Altitude:
    434 m.
  • Pampelune (distance):
    69.00 Km


Vista de Sesma

Limita al N con la pertenencia de Luquin, Arróniz, Dicastillo y Allo, al E con Lerín y Cárcar, al S con Lodosa y Alcanadre (Rioja) y al O con Mendavia y Los Arcos. El terreno de Sesma tiene una forma muy irregular; proyecta un apéndice que casi alcanza al Ebro por el SO. La mayor parte del municipio está formada por los yesos con arcillas (Formación de Lerín) del Oligoceno-Mioceno, plegados en forma anticlinal al N y sinclinal en el S; la extremidad meridional corresponde al pequeño anticlinal de Lodosa-Andosilla. La erosión ha modelado las típicas crestas yesíferas (Cuesta Perra, 507 m) separadas por valles excavados en las arcillas.

El terreno, formado en su mayor parte por yesos y arcillas, ha sido modelado por la erosión originando crestas separadas por valles, entre las que sobresale la Peña Ezquerra. Está recorrido por varios arroyos que forman barrancos secos la mayor parte del año pero de caudal violento cuando hay tormenta.

El clima es de tipo mediterráneo continental subárido, propio de la depresión central del Ebro y se caracteriza por las fuertes oscilaciones de temperatura, la escasez e irregularidad de las precipitaciones y la frecuencia del cierzo. La vegetación predominante es de bajo porte, bien arbustiva o bien herbácea; destacando el tomillo, el romero, la aulaga y el tamariz. En las últimas décadas se ha realizado una importante repoblación de pinos.

HERÁLDICA. Trae de oro y una imagen de la Asunción de Nuestra Señora con túnica roja y manto azul. A sus pies un ciervo en su color natural. Hasta el siglo XIV, el sello céreo usado por la villa representaba nada más el ciervo andante, y puede verse pendiente del documento en que hacen entrega al rey Teobaldo II del patronato de la iglesia, en 1263.

CASA CONSISTORIAL. Tiene Casa Consistorial situada en la plaza, junto a la iglesia. Se construyó en el siglo XIX. Experimentó una reforma en el año 1973. Consta de planta baja, una elevada y buhardilla. En su fachada principal alterna el ladrillo y el revoco. Su arquitectura se integra en la habitual de la zona. Además de los servicios propios de la administración, se incluye el consultorio médico, servicios de teléfonos, correos y una vivienda. El Ayuntamiento está regido por alcalde y ocho concejales.

HISTORIA. En su término se encuentra el yacimiento arqueológico de la Almuza.
A tenor de lo alegado por su concejo en el pleito sobre los derechos de aprovechamiento del término de Esparceta (1316), el lugar habría sido repoblado por un rey García, identificable con García Ramírez «el Restaurador». El núcleo habitado debió de prosperar rápidamente y en el siglo XIII aparece organizado como corporación que ventila con el monasterio de Irache un conflicto sobre los límites del término Imas (1282); poco antes había renunciado a favor de Teobaldo II (1263) al derecho de patronato sobre la iglesia local, que ulteriormente fue transferida (1320) a la catedral de Pamplona. Como villa de señorío realengo debía en 1280 una pecha anual de 200 cahíces de trigo y otros tantos de cebada y avena, más 100 sueldos en conceptos de «cena» y 130 por «fossadera». Era sede de un puesto de control del tráfico mercantil con tierras riojanas y se disponía para ello del correspondiente arancel de las tarifas de peaje, similar al aplicado en Los Arcos. Con el siglo XIV se abre una fase de crisis, primero económica, como parece revelar la deuda de 513 robos de trigo contraída por el concejo (1323) con el judío estellés Abraham Leví; y luego demográfica, pues tras las pestes de 1348 y 1362 la población se redujo a una décima parte. Carlos II dio sus rentas (1377) a Carlos, hijo de Juan Ramírez de Arellano y, aunque después (1413) revirtieron nuevamente al patrimonio de la Corona, la villa no tardó en ser integrada (1424) en el condado de Lerín.
Por concordia del año 1680 en lugar de los 1.120 robos de trigo y cebada que se pagaban al duque (de Alba, señor de la villa) por vía de pecha, se le contribuyó por medio de censo con 4.200 reales de dieciséis cuartos. Los vecinos eran libres de entablar sus recursos ante su alcalde ordinario de la corte y consejo, o ante el alcalde mayor del duque residente en Lerín. Nombraban su justicia ordinaria de una manera singular: se juntaban en las casas de la villa las personas que habían ejercido empleos de justicia o los ejercían; por auto ante escribano nombraban entre sí cinco electores; éstos hacían la elección de un alcalde ordinario y dos regidores a pluralidad de votos.
A fines del siglo XIX servían la parroquia un vicario, siete beneficiados enteros (doce anteriormente), y cuatro capellanes; el vicario era de presentación de los vecinos, en tanto que los beneficiarios lo eran del arcediano de Santa Gema (desde el siglo XIV).
Para guisar y beber se empleaba el agua de lluvia, conservada en varias albercas.
La cabaña se estimaba a la sazón en 7.000 cabezas de ganado lanar, quinientas de cabrío y otras tantas de mular y asnal. Aparte los cultivos habituales de la Navarra meridional, destacaba la producción de 2000 cargas de esparto, que convertido en esteras, cuerdas y otros usos rendía 120.000 reales de vellón. Casi cincuenta años después, la cosecha de trigo se calculaba en 25.000 robos, la de cebada en 30.000 y en 2.000 la de avena, aparte del aceite necesario para el consumo local. En la elaboración del esparto se empleaban unas cuarenta personas.
Sesma contaba entonces (1849) con dos escuelas, una para niños, a la que solían acudir 65 y cuyo maestro percibía 3.200 reales al año, y la otra de niñas, que frecuentaban sesenta y cuya maestra cobraba 1.400. Había además un hospital donde se recogían los enfermos que databa al menos de 1316, sostenido antiguamente por los diezmos cobrados por la Iglesia; sus patronos eran el Vicario, el Mayordomo del Cabildo, el Alcalde y los Concejales.
En el siglo XVII se había fundado una Obra Pía por José Adán, vicario, donde se acogían las viudas y solteras enfermas carentes de auxilios.
Sesma tuvo un crecimiento muy notable durante las dos primeras décadas del siglo XX. En los años 1920, la industria del esparto seguía siendo la más practicada en la villa, donde se producían sogas, alforjas, seras, esteras y serones; había tres trujales y molino con central eléctrica aneja, aparte de la Caja rural que se había constituido no mucho antes.

ARTE. Dentro del casco viejo de la villa se localiza la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, edificio que ofrece una compleja arquitectura, fruto de las etapas de obras que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos. Su origen se remonta a comienzos del siglo XIII, cuando se edificó un primitivo templo protogótico, al que pertenece la actual nave con sus alzados. Sus tres tramos se marcan por pilares cruciformes adosados con columnas acodilladas, entre los que se abren altos nichales cubiertos por bóveda de medio cañón apuntado. En el siglo XVI se renovaron las cubiertas, erigiéndose entonces las tres bóvedas góticas, dos de terceletes y la tercera sexpartita, que todavía luce la nave; al mismo tiempo fue labrado el coro alto, que se eleva a los pies sobre otra bóveda de terceletes. Llegado el siglo XVII se emprendió una importante ampliación que principalmente afectó al
crucero y la cabecera: Para la ejecución de tales obras, el arquitecto
logroñés Miguel de Escarza confeccionó en 1621 un primer proyecto, que
preveía un crucero cubierto por cúpula y brazos rectos poco profundos,
al igual que la cabecera. No debió de parecer suficiente, porque el
propio Escarza construyó esta parte de la iglesia con unos brazos más
amplios, casi cuadrados, rebasando sobradamente el primitivo perímetro
del edificio, como en la vecina parroquia de Lerín, y una cabecera
también más profunda. La cúpula original fue sustituida
infortunadamente por una bóveda vaída, tipo de cubierta que se emplea
igualmente en los brazos, mientras que el presbiterio recibió una
bóveda de medio cañón con lunetos. Muy posiblemente por estas mismas
fechas y dentro de la ampliación de la iglesia, se hicieron las
capillas del Santo Cristo y San José, abiertas al primer tramo de la
nave bajo los brazos del crucero, con los que se comunican. Ambas
tienen planta central, insinuándose una disposición cruciforme a través
de amplios arcos de medio punto, en los que descansa una cúpula con
linterna. El crucero adquirió su definitivo aspecto en una reforma
emprendida en 1767 bajo proyecto del artista local Silvestre de Soria,
aunque su realización se confió al maestro de obras, también de Sesma,
Jerónimo Solano y Solano. Ahora se organizaron sus machones escorzados
con pilastras corintias de fuste cajeado, soporte que también se repite
en los ángulos de los brazos, montando sobre ellas un entablamento muy
saliente. Las cubiertas se decoraron con unos motivos geométricos de
abolengo serliano, dibujando en la bóveda central una estrella de
cuatro puntas presidida por una cartela de cueros retorcidos con un
tondo de la Asunción, temas arcaizantes para el siglo XVIII, pero que
se emplearon para armonizar con la obra del XVII. También fue arreglada
por los mismos artistas la capilla del Santo Cristo. Los exteriores del
monumento acusaron igualmente las distintas etapas constructivas, la
nave muestra al exterior muros de sillería, recrecidos en el siglo XVI
al construirse sus bóvedas actuales, con ático de ladrillo que
incorpora arquillos ciegos y ornatos de tipo geométrico. En la fachada
principal todavía puede verse una primitiva portada gótica del siglo
XIV y en el lado de la Epístola otra del XVI de medio punto. Las partes
correspondientes al crucero y la cabecera muestran muros de ladrillo
sobre basamento de piedra. De nuevo se empleó el sillar para el pórtico
barroco de ingreso lateral. Construido en 1732 por José de Fuentes, su
estructura es de dos cuerpos articulados por pilastras cajeadas,
correspondiendo al primero tres amplios medios puntos y al segundo
otros tantos balcones rectos de marcos con orejetas. Los exteriores se
completaron a comienzos del siglo XX con una torre de estilo
eclesiástico, labrada en ladrillo a los pies del templo, que vino a
sustituir otra más antigua que entre 1554 y 1570 levantaron Sebastián
de Orbara y Esteban de Ureta, aunque sufrió importantes reformas a
partir de 1687.

En 1625 se encargó el retablo mayor que preside
la cabecera realizado con traza de Bernabé Imberto por Juan III Imberto
y Juan de Zabala. Típico del romanismo tardío, aunque avanzando hacia
postulados prebarrocos en decoración, presenta dos cuerpos con columnas
de fuste entorchado y con acanaladuras, respectivamente jónicas y
compuestas, que marcan tres calles y dos entrecalles extremas; remata
el conjunto un ático triple, cuyo esquema se ajusta a la composición de
vano paladiano. Esta traza acoge una escultura, tanto en bulto como en
relieves, de un romanismo muy próximo al de Juan de Anchieta,
combinándose el ciclo de la Pasión con historias de la Virgen en torno
al gran grupo de la Asunción, titular de la Parroquia. También se
engalana el templo con otros retablos rococó y neoclásicos, que se
labraron tras la renovación ornamental de 1767 y como complemento de
ella. En los muros extremos de los brazos del crucero fueron colocados
los primeros de estos retablos, los de Santiago y San Francisco, ambos
rococó y con imágenes de la época, destacando especialmente el titular
del último, que puede relacionarse con la escultura cortesana. A
continuación, en 1787, se hizo el retablo de la capilla de San José por
Lucas de Mena, según la traza del académico Juan de Villanueva, obra
típicamente neoclásica que forma conjunto con su simétrico de la
capilla del Santo Cristo. En este altar se venera un busto de la
Dolorosa, realizado en Madrid en el año 1703 por el escultor oriundo de
Sesma Roque Solano. En 1794 se fecha el retablo colateral de San
Rafael, también de estilo neoclásico, debido a Leonardo de Gurrea y su
hijo; su traza se repite en el altar simétrico de la Virgen del
Rosario. Sirven de titulares a estos dos retablos unas hermosas tallas
que recuerdan el arte del escultor cortesano Luis Salvador Carmona.
Completan el exorno del templo dos púlpitos barrocos del siglo XVIII,
de gran riqueza, y un órgano rococó, fechado en 1771, que aparece en
una tribuna lateral. El coro posee, además, una buena sillería
romanista, realizada a partir de 1598 por Pedro Imberto y Domingo de
Bidarte. En la parroquia también se conserva una buena colección de
esculturas de diferente cronología, destacando especialmente las tallas
góticas de la Virgen de los Remedios y de la Virgen de Almuza, de los
siglos XIII y XIV respectivamente. También es de interés la talla de la
Magdalena, obra del primer tercio del siglo XVI, aún de influencias
flamencas. A esta misma centuria pertenece un relieve de piedra con la
Virgen y el Niño, dentro de una cartela de cueros retorcidos. Dentro
del tesoro de la parroquia sobresale la cruz procesional, pieza
neoclásica de la primera mitad del siglo XIX con punzón de SASA.

En
la parte alta de la población queda la ermita de Nuestra Señora de los
Remedios, iglesia barroca del siglo XVII, documentándose en 1698 obras
en el crucero, capilla mayor y sacristía efectuadas por los maestros
vecinos de Lodosa y Sesma José de Abós y Domingo de Aguirre. Tiene
planta de cruz latina y se cubre por bóvedas de medio cañón con
lunetos, salvo el tramo central del crucero que presenta una cúpula de
media naranja sobre pechinas. Su fachada principal data de 1744. Más
ancha que el propio edificio, responde a un interesante proyecto
barroco de abolengo borrominesco realizado en ladrillo, ofreciendo dos
macizos extremos articulados por parejas de pilastras cajeadas entre
los que se desarrolla un paramento cóncavo con frontón triangular de
remate. A él se adosa una portada de piedra, de ingenioso trazado, que
comprende baquetón mixtilíneo entre volutas coronadas por cabezas de
guerreros y frontón curvo partido. Contemporánea de la fachada es el
pórtico del lado de la Epístola, compuesto de dos cuerpos de ladrillo,
cada uno de ellos con tres arcos entre pilastras cajeadas. Próxima a
esta iglesia se halla la capilla del Santo Sepulcro, construcción
moderna que forma parte de una vía sacra, a la que también pertenece un
relieve en piedra de la Piedad, obra del segundo tercio del siglo XVI y
de estilo expresivista, correspondiente a la XIII estación de un
antiguo Vía Crucis.

Este sacromonte se completa con la ermita
del Calvario, construcción del siglo XVII que alberga un Crucificado
romanista de comienzos de esa misma centuria. Alejada de la población
se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Almuza, edificio
protogótico de hacia 1200, hoy en estado ruinoso. Ofrece nave
rectangular con uno de sus dos tramos cubiertos por bóveda de medio
cañón apuntado sobre potente arco de idéntico esquema y ábside
semicircular con cuarto de esfera.

Arquitectura civil. Muchos de los antiguos edificios de esta población han desparecido o se hallan muy transformados, aunque se conservan algunos inmuebles barrocos con escudos, especialmente en la plaza de la Iglesia y sus inmediaciones.