EL CUENTO DE LA LUNA (2)
A los de Beire, el pueblo de la abuela, como entonces tenían mentalida- des muy atrasadas en los pueblos de alrededor, se les tenía por más. Y resul- ta que dijo uno al que lo tenían por sabihondo:
–Esta noche o mañana a la noche, hemos de coger la luna. Hemos de to- car la luna.
–Hombre, si está tan alta, ¿cómo la vamos a tocar? –dijo otro del pueblo.
–Que sí; sacamos todas las camportas de vendimiar de todo el pueblo y las ponemos una encima de otra hasta que lleguemos a cogerla –insistió el sa- bihondo.
Así que se colocó uno encima de las camportas, le iban dando otra cam- porta y la ponía; después, otra y la ponía. Y otra y otra y otra hasta casi lle- gar a la luna. Y no les faltaba para tocar la luna más que una. Pero no había más camportas en todo el pueblo. Y gritó el de arriba:
–Trae otra camporta.
Y entonces le dijo el otro de abajo:
–Que no hay más.
–Pues quita la de abajo –gritó ingenuo el de arriba
Quitó entonces la primera camporta de abajo para dársela y se cayeron todas.