EL PADRE Y LAS CARDELINAS
Resulta que vivían en el sur un padre viudo y sus dos hijos en un cortijo. Y los hijos querían que les dejara todo, porque a él no le hacía falta ya nada.
–Ya lo pensaré. Ya lo pensaré –dijo el padre.
Lo pensó un tiempo y, como tenía en una huerta un nido de cardelinas, les dijo:
–Pues bien. Os lo voy a dejar, pero antes me vais a coger ese nido de car- delinas.
–Bien, ya se lo vamos a coger –aceptaron sus hijos.
Fueron a la huerta y se lo cogieron. El padre lo puso en una ventana den- tro de una jaula. Y veía que las cardelinas iban todos los días a dar de comer a sus crías.
–Bien. Mire usted, padre, cómo les va bien; pues a usted, también –le tranquilizaban sus hijos.
–Bueno, bueno –dudaba el padre. Tras unos días, el padre les mandó:
–A ver si me cogéis a las dos cardelinas, a los padres. Y se las cogieron.
–Bien. Vamos a meterlas en la jaula y a sacar a las crías fuera –explicó con astucia el padre.
Pero no vinieron las crías a dar de comer a sus padres. Y les recriminó él enfadado:
–Vosotros me queréis hacer lo mismo que estas cardelinas. Una vez que lo he dado todo, ya se ha jodido.
Así les dijo.