ARCHIVE of the immaterial heritage of NAVARRE

EL SASTRE DE SAN MARTÍN (6)


Era un sastre que tuvo que ir a trabajar a San Martín de Améscoa. Terminó la labor en San Martín y bajaba a dormir a Zudaire monte a través. Y, como ya había oscurecido, había peligro de asaltadores y él se decía vanidoso: –¡Mecá, como me salga alguno... Ya, ya, como me salga alguno, ya tiene buena paliza! En eso, le entraron ganas de hacer de cuerpo. Descendió por si acaso a un ribazo, a una sombra, y se bajó los pantalones. Entonces se le enganchó una mata del cuello y le tiraba bastante. Sacó la tijera henchido de bravuconería y, empuñándola, dijo: –Si dice algo que no me guste, mecagüen, lo mato. Pero, aunque sacó la tijera, no se atrevió a clavarla. Y estuvo toda la noche tirando muy suavemente hacia adelante, pero, como seguía enganchado, no se decidió a actuar. Y, a la mañana siguiente, cuando empezaba a amanecer, vio por fin que se trataba de una mata, empuñó la tijera y le dijo mientras la cortaba: –Si fueras un hombre, lo mismo te haría.