LA MUJER BRUJA DEL ZAPATERO
Decía mi padre que tenía un zapatero una mujer que era bruja. Y todos los días a las doce de la noche se marchaba de casa, cuando él se acostaba. Se levantaba sigilosamente, se desnudaba en la cocina, se daba unos masajes por todo el cuerpo y pronunciaba:
–Por encima de zarzas y matas al Prado de Varona.
Y se iba, desaparecía, por la chimenea o por donde fuera. Mientras, el marido se quedaba en casa enfadado:
–¡Mecagüen los cojones! ¿Dónde irá esta mujer?
Y todos los días igual. Hasta que una noche pensó el zapatero:
–Pues, mañana, cuando se levante y se marche, voy a ir yo detrás de ella a ver dónde va.
Se levantó después de que se fuera su mujer. Y ella había dejado allá los cacharros con los ungüentos. Se untó un poco por todo el cuerpo, pero, en vez de decir “por encima de zarzas y matas al Prado de Varona”, él dijo “por entre zarzas y matas al Prado de Varona”. Y voló por entre todos los mato- rrales y se quedó todo arañado, todo despachurrado.