ENTRE PINTO Y VALDEMORO
Había un cura que estaba un poquillo chinado y solía pasar entre Pinto y Valdemoro. Hubo un sacerdote en el pueblo que tenía manía a los que me- tían ruido y a los que no iban a la iglesia. Y después iba de paseo intentando convencerlos y los ponía a un lado del arroyo y decía:
–Mira, ahora estás en Pinto.
Y saltaba a la otra orilla y decía:
–Mira, ahora estás en Valdemoro.
Y, cuando brincaban los demás una y otra vez, les agarraba un poco del brazo y se caían en mitad del agua.
–Ahora estás entre Pinto y Valdemoro –se reía el sacerdote.