LA VIRGEN DE ZUMADOYA
De la Virgen de Zumadoya nos solía contar la abuela Felicia, cuando éra- mos pequeños, que le seguía a uno una culebra enorme. Entonces, cuando llegó al umbral de la puerta de la ermita, la Virgen abrió la puerta y con ella pilló a la culebra y lo salvó.