MATASIETE
Matasiete me llamaban, en el barrio de alquiler,
por matar de un zurriagazo siete moscas de una vez.
A las jóvenes les hago zapatitos de charol
y después que se les rompe
les echo medias suelas y cartón.
El otro día permanecieron
en la zapatería Rosa, Juana e Isabel rogándole al zapatero
zapatitos de charol, lo cual el zapatero
al momento les sirvió. Estando en esta función me dijo la Concepción:
“Me encontrará un pie muy ancho en que cierta ocasión
recibí un tropezón
y, como soy tan variable y de un capricho eficaz,
ya me lo han medido todos en la escala zapateral”.