Arróniz
Zona no vascófona.
Limita al N con la facería de Arambelza, al E con Arellano y Dicastillo, al S con Sesma y al O con la pertenencia de Luquin y con Barbarin.
Forma parte del piedemonte S de Montejurra. En la mitad NE del término dominan los afloramientos detríticos (arcillas y areniscas) y en la SO los yesíferos del Oligo-Mioecno y se hallan plegados de N a S en dos anticlinales separados por un sinclinal, cuyos ejes llevan rumbo ONO-ESE. La erosión los modeló en crestas y valles de esta dirección; ninguna de aquéllas alcanza los 600 m de altura en el S ni los 800 en el N.
Comunicaciones: Carretera local con enlace a la nacional N-111 Pamplona-Logroño.
Clima
El clima es mediterráneo-continental con veranos secos. La media anual de las temperaturas varía con la altitud de 8º a 13ºC, la de las precipitaciones -que caen en 60-80 días- de 500 a 600 mm y la de la evapotranspiración potencial de 6OO a 725 mm.
Flora
Quedan pocos restos de la vegetación espontánea, algunas encinas, quejigos y pinos: contando entre estos últimos los de repoblación, suman algo más de 3 Ha. La deforestación multisecular ha sido muy intensa, los matorrales v pastizales producidos a expensas de aquéllos, principalmente por abusos del pastoreo y carboneo ocupan una superficie considerable.
HERÁLDICA MUNICIPAL: Trae de azur y una portada formada por dos columnas de oro y sobre ella un olivo en su color natural. Altadill y Traggia explican este blasón tomando como base la ermita de nuestra Señora de los Remedios de Mendía, en cuya portada hay cuatro espléndidas columnas corintias y un olivo que brotó, según tradición, el día que se vendió un olivar propiedad de la ermita, llamado olivar de la Virgen.
CASA CONSISTORIAL. Está enclavada en la Plaza de los Fueros. Es un edificio de cantería de estilo barroco, construido en el siglo XVIII. A los cuerpos del edificio se le añadió posteriormente otro de estilo diferente, utilizado como vivienda. En su fachada principal tiene un porche rematado en su techo con solivos de madera.
El ayuntamiento ha ejecutado un provecto de reforma y rehabilitación del inmueble, para adecuarlo a necesidades actuales, con un presupuesto de 31.7 millones de pesetas, para lo que ha contado con ayudas del Gobierno de Navarra. Está regido por alcalde y ocho concejales.
HISTORIA En su término se recogió un útil pulimentado de la Edad del Bronce, También se localizan en el municipio yacimientos arqueológicos de diversas épocas en los lugares de Arrosía, Santa Cruz, Gasteluzar y la Ra.
De la ermita de San Martín procede una inscripción funeraria de época romana cuyo paradero actual se desconoce.
El lugar aparece ya documentado en el siglo XI, ocasionalmente como una de las «tenencias» del reino, a cargo de Lope Fortuñones (1063) y Fortún López (1(164). Como villa de señorío de realengo debía a la Corona en 1280 una pecha anual de 1000 sueldos en concepto de «torta, carapido y fuentes», más 200 cahíces de trigo y otros tantos de cebada: estas cifras revelan un notorio auge demográfico.
La gran peste de 1348 redujo a un 20% el número de vecinos; treinta años después se añadió el azote de la guerra con Castilla que causó la destrucción y momentánea despoblación de la villa. Esta había sido dada por sus servicios a Juan Vélaz de Medrano, señor de Sartaguda, que intentó prohibir a los vecinos arrendar o vender las yerbas del término e imponerles el monopolio del molino señorial (1341).
Ferrán Sánchez de Medrano, hermano de Juan, enajenó el lugar a la Corona (1342) por 48.500 sueldos: el propio pueblo aportó 6.000, por lo que se concedió ser de realengo perpetuamente. Sin embargo, Carlos III hizo donación hereditaria de su pecha y sus rentas (1397) a favor de Carlos de Beaumont, a cuva descendencia quedó vinculado.
La pecha se había reducido en 1511 a 200 cahices de trigo. La abadía de Irache había adquirido por donación (1056) el «monasteriolo» de Santa María, cuyos diezmos le disputó sin éxito (1319) el rector de la parroquia local. El monasterio de San Millán de la Cogolla poseyó heredades en el término en el siglo XI y los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén recibieron (1226) bienes legados por el magnate Pedro Garcés de Arróniz. A finales del siglo XII existía en la localidad una cofradía afiliada a Santa Cristina de Somport.
Arróniz, que en la baja Edad Media pertenecía a la Solana, aparece en 1553 en el condado de Lerín, mientras que a partir de 1647 está dentro del valle de Santesteban de la Solana, sin perjuicio de los derechos que el conde disfrutaba. En 1828 intentó en vano que las Cortes lo separasen de Santesteban, objetivo que logró en 1845, poco antes de que el valle dejara de existir.
Mediado el s XIX la villa contaba con cuatro molinos de aceite, hospital, escuela de niños y escuela de niñas, dotadas respectivamente con 2.000 y 1308 reales (pese a que la asistencia se cifraba en 107 alumnos y 104 alumnas).
Entrado el siglo XX contaba con un colegio de niñas subvencionado por el ayuntamiento (aparte las escuelas de niños, niñas y párvulos), caja rural, cinco trujales y cinco prensas, matadero, dos fábricas de aguardiente, almacén de maderas, un gran molino, central eléctrica y una comunidad de hijas de la caridad de San Vicente de Paul para atender el hospital. Había tres fundaciones creadas por Lorenzo Hermoso de Mendoza; una para facilitar trigo a los labradores en el tiempo de la siembra, con un capital de 2000 duros; otra para dotar doncellas con un capital de 8.000 pesos; y otra más para dar limosnas. Existía una cuarta con igual fin, creada por Bernardo de Ibaguria en 1720. En esta última se basaban las finanzas del hospital.
En 1543 el papa Paulo III firmó en Roma una bula con arreglo a la cual seguían proveyéndose en 1850 el curato, los beneficios v el priorato de la iglesia parroquial de San Salvador; la cual tenía en ese año un cabildo compuesto por prior, cura párroco, siete beneficiados, sacristán, sochantre, organista y dos infantes de coro. En Arróniz nació el general carlista Francisco Iturralde.
Dentro del casco urbano de esta población destaca la Parroquia de San Salvador, edificio cuyo origen se remonta a la primera mitad del siglo XIIÍ. De esta época subsisten los muros del tramo de los pies de la nave y otras estructuras que revelan la existencia de una primitiva fábrica protogótica de impronta cisterciense.
Para la Navidad de 1539 se terminó una profunda transformación del templo, llevada a cabo por el maestro Miguel de Hiramendi. La iglesia se convirtió en una construcción gótica tardía con una larga nave en la que todavía se conservan tres tramos de bóveda de terceletes sobre pilares con baquetones y capiteles corridos de hojarasca. Estos soportes también reciben los arcos apuntados que dan acceso a unas profundas capillas laterales, aunque de distinta amplitud. En esta época se construyó asimismo la cabecera poligonal.
El definitivo aspecto de la parroquia se fijó en la remodelación barroca efectuada a partir de 1727 por los canteros Francisco Sarasúa y Gabriel de Aranzeta. Dichas obras configuraron el actual crucero con una media naranja, cuyas yeserías vegetales pueden deberse al retablista Juan Ángel Nagusia. También se edificó una gran sacristía de planta rectangular cubierta por bóvedas de medio cañón con lunetos.
Al exterior el edificio muestra muros de sillería, destacando del conjunto una elevada torre neoclásica, que en 1804 proyectó el arquitecto Pedro Nolasco Ventura. Consta de dos cuerpos cúbicos y otro circular de campanas, rematado en cupulita con linterna. Junto a ella, por el lado de la Epístola, se encuentra la portada principal, también de estilo neoclásico con un orden gigante de columnas jónicas y un frontón recto.
El interior del templo lo preside un gran retablo mayor que fue realizado conforme a las trazas del carmelita fray Francisco de Jesús María. Su labra se inició en 1671 y en ella intervinieron los maestros Francisco Fernández Barrena, Juan de Otegui y Antonio Leturia. Típico de un barroco temprano, puede equipararse a los retablos de Los Arcos y Viana, aunque es menos monumental. Tiene un único cuerpo en artesa con tres calles formadas por columnas de estrías onduladas más ático curvo. Dicha mazonería se enriquece con una profusa decoración de motivos vegetales, destacando unas grandes placas de apariencia cactiforme, propias de la época.
En 1730, una vez terminadas las obras de reforma del crucero, el retablo fue retocado, principalmente en su ornato, por el estellés Juan Ángel Nagusia, cuyos roleos de follajes son similares a los de las yeserías de la cúpula. El retablo contiene un completo programa iconográfico con relieves de la Pasión de Cristo y santos, así como diversos bultos que representan a la Inmaculada y la Asunción, apreciándose en ellos un claro avance hacia el naturalismo barroco, aunque con recuerdos romanistas, especialmente en las composiciones. Relieves y tallas se deben al escultor Bartolomé Calvo.
Sirven de colaterales los retablos de Santa Catalina v Santa María Magdalena, ambos confeccionados para la fábrica gótica del siglo XVI, por lo que su aprovechamiento en el crucero barroco obligó a que fueran reformados por Nagusia. El primero de ellos, obra de Pedro Gabiria I de hacia 1580, es un retablo romanista temprano con dos cuerpos de columnas jónicas y corintias, todo él repleto de relieves con temas de Cristo, la Virgen y la Santa titular, que también aparece en bulto. A un romanismo tardío pertenece el retablo de la Magdalena, debido a Miguel López de Ganuza y Domingo de Lussa, cuya intervención se inicia en 1632. Consta también de dos cuerpos y tiene unos interesantes relieves sobre el Hijo Pródigo y la Magdalena.
En los brazos del crucero se localizan otros retablos, destacando el del Rosario que se hizo al terminarse el crucero, posiblemente por Nagusia. Su traza comprende cuerpo y ático de columnas con una exuberante decoración barroca de follajes envueltos en roleos, magníficamente trabajados. La doble hornacina central alberga una talla romanista de la Virgen y otra del Salvador del primer Tercio del siglo XVI, aún de tradición gótica. También cobija el retablo una talla romanista de San Antón, de Pedro Gabiria I, que sobresale por su volumen e intensa expresión. El retablo de la Virgen del Pilar, terminado en 1774 por Ramón de Villotas, escultor de Sesma, es un típico proyecto rococó de elegante arquitectura. El ajuar parroquial se enriquece además con diversas obras de arte, sobresaliendo una torre eucarística gótica de comienzos del siglo XVI labrada en piedra, y una escultura, también en piedra, de San Roque que pertenece a la segunda mitad del siglo XV. Dentro del capítulo de orfebrería merecen especial mención unas crismeras de estilo bajorrenacentista, obra del platero pamplonés José Velázqucz de Medrano, y un ostensorio del siglo XVI, arreglado en la siguiente centuria, que aún conserva el punzón de Estella en caracteres goticistas.
A corta distancia de la parroquia se emplaza la Ermita de San Pedro, edificio del siglo XVI con nave única y cabecera pentagonal, reformada hacia 1641 por Martín de Aguirre, principalmente en las cubiertas del presbiterio. Este lugar alberga un retablo romanista tardío, hecho en Estella en 1650..
En una colina vecina a la población se levanta la Basílica de Nuestra Señora de Mendía, segundo edificio en importancia de Arróniz. Se trata de una construcción barroca erigida en la segunda mitad del siglo XVII con la intervención de los maestros Gregorio Eguilaz, Antonio Leturía, Domingo y Felipe Sánchez y Francisco Femández de Retana. Su plan ofrece una única nave cubierta por bóvedas de medio cañón con lunetos y cabecera cuadrada con cúpula, debida ésta a reformas neoclásicas del siglo XIX.
Al exterior muestra sólidos muros de sillería, adosándose al lado de la Epístola una portada con parejas de columnas que simula una especie de retablo: es obra del cantero Francisco Ibarra, quien recibió los pagos por ella en 1702 y 1703.
El templo tiene un retablo mayor barroco con traza de columnas salomónicas y decoración abigarrada; debió de realizarlo el arquitecto Diego Vélaz entre 1699 y 1702. En él se venera la imagen de la Virgen de Mendía, talla del siglo XIII retocada en el XVI y en época barroca; su chapeado de plata es moderno. Con el retablo forma conjunto una reja de hierro que por las mismas fechas hicieron Francisco Echeverría y Miguel de Aniano.
En pleno campo queda la Ermita de Santa Cecilia, pequeña iglesia de una sola nave con muros de sillería reforzados por contrafuertes que avalan su origen medieval, aunque fue reformada en época barroca, posiblemente en torno a 1740. Semejante disposición ofrece la Ermita de Santa María de las Viñas, construcción de 1712, si bien de origen más antiguo, ya que formó parte del desaparecido monasterio de la Asunción de Arróniz. En el término se halla la ermita de San Andrés, han desaparecido las de Santa Cruz, Santiago y San Martín.
Arquitectura civil: En el casco urbano abundan las casas señoriales con fachadas de piedra, muchas de ellas con blasones barrocos o neoclásicos, aunque también se conservan algunos edificios del siglo XVI. En el conjunto de la población destaca la plaza de los Fueros, presidida por el Ayuntamiento, construcción del siglo XVIII con su primer cuerpo porticado.
ÓRGANO: Cuenta con un ejemplar neoclásico. El movimiento neoclásico se refleja un poco tardíamente en Navarra en cuanto a las cajas de sus órganos (1797 hasta finales del siglo XIX). Parece que sus tracistas no acababan de aceptar la nueva estética de Ventura Rodríguez en la fachada de la catedral de Pamplona, y ello a pesar de la presencia activa de A.S. Ochandátegui por Navarra, donde aparece asegurando coros y órganos construidos con anterioridad.
Esta nueva corriente artística, juzgada por algunos despectivamente como «fría» y sin imaginación, hoy en día está en revisión. Habría que verla en todo caso, desde las coordenadas estéticas, sociales, etc. de la época.
Su órgano carece de la típica tubería horizontal de fachada o «en artillería», dado que sus tubos fueron aserrados hacia 1967.
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