Zona mixta.

Limita al N con Músquiz, al S con Gulina, al E con Osácar y al O con Zarranz.
Efectuada la concentración parcelaria (1975): 104 Ha, 10 propietarios, 139 parcelas antes y 34 después. Comunes, 364 Ha (320 de monte maderable, 6 de cultivo, 38 de pastos).

Villa de señorío realengo. Teobaldo II eximió (1269) a sus vecinos de las labores de castillos y fortalezas a cambio de la tasa de dos, sueldos anuales cada uno. Su pecha ascendía además (1280) a 4 cahíces y dos robos de cebada y avena.
En 1850 se le consignaba la casa consistorial del valle y la escuela, a la que asistían asimismo los niños de los demás pueblos; el maestro recibía entonces 1.200 reales al año. El correo llegaba de Pamplona por el valijero del valle, con la misma frecuencia que a la capital; a cuyo mercado, por otra parte, acudían los de Cía.

Iglesia de San Miguel

El primer elemento a destacar en la iglesia parroquial, dedicada a San Miguel, es el propio edificio. Se trata de una construcción de nave única, cuyos tramos se cubren con bóveda de terceletes, característica del siglo XIV y primera parte del XV, en tanto que en la capilla mayor se emplea la bóveda estrellada, que a juzgar por el tipo de ménsulas en que apoyan los nervios debió de realizarse ya en el siglo XVI. 
El retablo mayor, dedicado al titular, es una pieza interesante. Se trata de una obra mixta de escultura y pintura. Las esculturas, figura del titular, Virgen con Niño y cuatro santos, permanecen en el anonimato. En cambio la parte pictórica fue atribuida, debido a su similitud con las pinturas del retablo de Aguinaga, al taller de Ramón de Oscáriz; se supone además que fue ejecutado por los mismos años. Consta de siete tablas, distribuidas en el banco, dos cuerpos y ático. Al banco le corresponden el Descendimiento y la Oración en el Huerto, al primer cuerpo dos pinturas relativas al titular, luchando con los demonios y poniendo fin a la peste que asolaba Roma: y al segundo la Anunciación y la Epifanía -consideradas como las piezas de más calidad del conjunto.- Desde el punto de vista estilístico se dan cita en este retablo prácticamente todos los rasgos que caracterizan el quehacer de Oscáriz y su taller: la inclinación hacia el dramatismo -sobre todo en la escena de la Pasión- perfectamente ejemplificada en el Descendimiento, el gusto por lo monstruoso de que son buena muestra los rostros de los demonios abatidos por San Miguel, el afán de riqueza patente en el tocado de la Magdalena en el Descendimiento y en la indumentaria de los Magos en la Epifanía, y la atención prestada a lo secundario, a lo anecdótico, visible en las figuras subordinadas en la escena de la Adoración de los Reyes. Por lo demás se trata de rasgos propios de la pintura flamenca, que fue la que influyó de modo predominante en nuestro artista.

En la misma iglesia se conserva una talla de Nuestra Señora del Sagrario, procedente de la ermita del mismo nombre, que parece corresponder al siglo XIV.