Barásoain
Zona no vascófona.
Limita al N con Añorbe. Tirapu, Olcoz y Olóriz, al E con Orísoain, al S con Leoz y Pueyo y al O con Artajona. El municipio está cruzado de O a E por la cubeta sinclinal que lleva su nombre. En su mayor parte lo cubren materiales del Mioceno deetrítico, aunque en las riberas del Cidacos se encuentran aluviones de glacis y terrazas dejadas por este.
Comunicaciones: Carretera local que enlaza con la N-121, Pamplona-Tudela.
Clima
Clima y vegetación son mediterráneo-continentales. El primero se caracteriza por inviernos fríos y secos y veranos moderadamente calurosos. Los datos medios anuales son unos 12-13º C de temperatura, 500-700 mm de precipitación en unos 80 días y 700-725 mm de evapotranspiración potencial.
Flora
La vegetación originaria, formada por encinas y robles casi ha desaparecido por efecto de la acción humana.
HERÁLDICA MUNICIPAL. Trae de sínople y una cabeza de dos caras en su color natural, sumada de una cruz de oro. Así figura pintado este blasón en las vidrieras del palacio de la Diputación foral y en la bandera del pueblo. La cabeza de doble faz representa al dios pagano Jano mirando al pasado y al porvenir y suele interpretarse como expresión de la prudencia en el gobernante.
CASA CONSISTORIAL. Se sitúa cerca de la iglesia. Se remonta al siglo XVIII y está construida en tres cuerpos, con cuatro fachadas. El Ayuntamiento está regido por alcalde y seis concejales. La secretaría está compartida con Olóriz.
ARQUEOLOGÍA. Hallazgo suelto en su término de un hacha pulimentada de la Edad del Bronce.
HISTORIA. El rey Teohaldo II libertó a sus vecinos de la caloña por homicidios casuales (1264). Eílos renunciaron (1417) a favor de Carlos III al patronato de la parroquia. RFJ. JEH. Barasoain destaca no sólo por ser patria de Martín de Azpilicueta, sino porque en 1665 adquirió de Felipe IV (VI de Navarra) jurisdicción civil propia y !a calidad de villa, a cambio de 700 ducados, más otros 200 que dio como parte de un donativo de toda la Valdorba para cubrir los gastos de guerra.
En cuanto a lo eclesiástico, la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción estaba servida en 1802 por cuatro beneficiados -cuya presentación correspondía al abad- y por el abad mismo. En fecha que se ignora se hizo concordia sobre la administración eclesiástica de toda la Valdorba, en virtud de la cual quedó dividida -a tales efectos- en cuatro corriedos o cendeas. uno de los cuales era el de Barasoain, que comprendía este lugar y el de Garínoain. En virtud de dicha concordia, los sacerdotes de los pueblos de cada corriedo se asistían mutuamente en las festividades de tos santos titulares y en los entierros. Barasoain contaba con un montepío -de hecho un pósito-, que con el nombre de «granero de los pobres» debió de constituirse en 1615, por fundación creada por disposición testamentaria hecha en Méjico por Martín de Leoz y San Juan. Se trataba de un fondo de trigo que se prestaba a los labradores necesitados: seguía funcionando al comenzar el siglo XIX. El propio Leoz fundó una capellanía y, por medio de un censo, una dotación para tres doncellas huérfanas y pobres de la villa. Por su distancia de Pamplona, Barasoain fue lugar a propósito para hospedaje de viajeros, también de viajeros reales, que al menos pararon en la casa de los Azpilicueta y en el palacio de Cabo de armería de los Rada.
En 1850 tenía ya escuela, dotada con 3.467 reales -una de las rentas escolares más altas de Navarra-. La villa tenía unas 2.500 robadas de tierra cultivada y contaba con dos molinos harineros. En los años 1920 tenía dos escuelas y caja rural, dos posadas, varios talleres de calzado, de armas, de maquinaria agrícola, y de carros, tolería. cubaje. alpargatería y guarnicionería. La fundación para las tres doncellas subsistía.
Barasoain contó con un hospital, el documento más antiguo en que consta su existencia data de 1701, pero es posible que su origen sea anterior. En 1703 existió un pleito sobre las cuentas que debía rendir el heredero de Juan Dicastillo, administrador del Hospital, que normalmente era nombrado con carácter gratuito por el Ayuntamiento. En el año 1879 el Hospital estaba ubicado en la calle del Camino Real.
PALACIOS. Destaca sobre todo el caserío de Barasoain, el edificio que es todavía conocido como la casa del Doctor Navarro, por haber nacido en ella en 1493 el ilustre canonista Martín de Azpilicueta, más conocido por ese sobrenombre. Hacia 1550, este quiso mejorar el solar de sus mayores con algunos aposentos nuevos, que pudieran servir de hospedaje para él y para visitantes de calidad. Para ello, comisionó al capitán Juan de Azpilicueta, el cual, en lugar de limitarse a este encargo, comenzó a edificar un suntuoso palacio de sillería, con torres en los ángulos, demoliendo previamente la primitiva construcción. En 1556 se tasaron las obras, que costaron 950 ducados. Estos afanes de grandeza contrariaron de tal modo a don Martín, que desde Coimbra, por carta, lo mandó derribar, por ser construcción lujosa que chocaba con su sencillez y modestia. Sin embargo. e1 virrey duque de Alburquerque y otros personajes le apartaron de esta idea, considerando que el palacio era muy necesario «para se aposentar en él los reyes, visorreyes y otros señores...» Y en efecto, por entonces durmió aquí la reina Isabel, más tarde el rey Felipe IV en 1646, y los virreyes en diferentes ocasiones. En 1563, Martin de Azpilcueta instituyó un mayorazgo, vinculando en él el palacio de Munarrizqueta y otros bienes, además de la casa principal cuyo primer beneficiario fue su sobrino Miguel. En 1712 pertenecía a Francisca de Rada y Azpilcueta y a su hijo José Antonio de Baquedano y Rada, colegial a la sazón en Alcalá. El escudo que preside la fachada renacentista lo mandó poner en 1717 Francisco de Elorza y Rada.
En las afueras del pueblo subsistían a principios del siglo XIX las ruinas de un antiguo palacio, llamado de Dundrín, que antiguamente tuvo torreones y mazmorras subterráneas con bóveda. En una de sus puertas se leía la siguiente inscripción: «Después que los labrides se ausentaron, y en paz y en guerra les rendí lealtades me quedó que decir a las edades qué reyes me habitaron». En otro lugar de la casa, y repetido como lema, junto con el escudo de armas, en varias estancias, otra cuarteta decía: «Casa soy en mis antigüedades fundada de leales caballeros consejeros de reyes y coperos havitada de reales majestades». En 1470 pertenecía al bachiller Simón López de Barasoain, que fue nombrado para el Consejo Real por el rey Juan II, y a Juana de Clavería, su mujer. Su hija Catalina casó con Beltrán de Lescún, copero de Juan de Labrit y Catalina. De los seis hijos que tuvieron, los varones siguieron a los legítimos reyes de Navarra a su destierro, tras la conquista del reino por Fernando el Católico. Las hijas quedaron en el palacio con los padres. En 1527, Graciosa de Lescún casó con Juan de Rada y Lizarazu, entroncando así en la casa el linaje de los Radas. Su hijo Gabriel de Rada contrajo matrimonio dos veces: la primera en 1560 con María de Zabalza, y la segunda, en 1565, con María de Ardanaz. En 1579 se querelló el lugar contra el palaciano, por el título que se daba de señor del palacio de Barasoain, alegando que dicho palacio estaba situado fuera del pueblo y se llamaba de Dundrín. El pleito duraba aún el año 1606. Sucedió a Gabriel, Juan de Rada y Ardanaz, que mandó hacer obras en la torre principal en 1603. Tres años más tarde casó con Paula de Sola, y tuvieron un hijo, Gabriel de Rada y Sola, alférez de la compañía del capitan Ursúa, y más tarde capitán de Infantería, que en 1639 contrajo matrimonio con María de EIío, hija del palaciano de Orisoain. Hacia 1670 les sucedió su hija Margarita de Rada y Elío, casada con doctor Juan de Elorza y Eraso, médico. En 1712 era dueño del palacio un hijo de éstos, Diego Antonio de Elorza y Rada, hermano de Francisco de Elorza, abad de Barasoain y autor del Nobiliario de la Valdorba. Diego estuvo casado con María Josefa Iriarte y Sanz Normant, y por carecer de sucesión, hicieron donación de sus bienes el año 1729, en favor de su sobrino José Antonio de Baquedano, Azpilcueta y Rada. En 1712 conservaba el palacio «una cárcel subterránea y bóveda profunda, que no puede batirse ni es fácil su entrada, por las dos puertas de hierro con que estuvo defendida; y sube de ella una torre de mucha altura, con compartimentos de cámaras fuertes, de que asoman troneras y saeteras...» El escudo del palacio era losangeado de oro y gules. Y el del linaje de Rada, una cruz floronada de sable en campo de oro. Más tarde se cuartelaron con las de los entronques de la familia, como se ve en la fachada de la casa del doctor Navarro.
Parroquia de la Asunción. La construcción de la parroquia de la Asunción arranca del siglo XVII, cuando en 1561 se le pagaba al cantero Martín de Aguirre, sin embargo las obras se dilataron hasta comienzos del siglo XVII ya que en 1604 se firma un nuevo contrato con el también cantero Juan de Sarasti. Estos maestros construyeron un templo gótico-renacentista, de amplia nave con cuatro tramos —el del coro añadido en 1863— que se corona en cabecera poligonal. Como cubierta se extiende una bóveda de nervios estrellada con claves decoradas. Por el lado del Evangelio se adosa una capilla del siglo XVI, antiguo patronato de los Azpilicueta, familia a la que pertenecía el Doctor Navarro. Al exterior resalta la fachada de sillería flanqueada por dos torres gemelas. Fue levantada en 1863 a expensas del arzobispo de Manila, José Julián de Aranguren, hijo de Barasoain, según modelos clasicistas. Pieza importante dentro del ajuar de esta parroquia es el retablo mayor, obra de 1617, cuya mazonería se debe a Domingo de Bidarte, mientras que la escultura se le atribuye a Juan de Angulo. Su traza, con la pureza arquitectónica del Manierismo, sirve de marco a un programa iconográfico de relieves y bultos dedicados a numerosos santos escenas de la Pasión de Cristo y Vida de la Virgen, todo ello concebido con la monumentalidad y fuerza contenida propia de la escultura romanista. El retablo conserva la policromía original que lo realza. El mismo ensamblador Domingo de Bidarte realizó el retablo lateral de San Bartolomé en 1616. Una buena muestra de la escultura gótica del siglo XIV es la talla del Crucificado.
Hay un lienzo del Martirio de San Bartolomé, barroco del último tercio del siglo XVII, que fue enviado desde Madrid. Son numerosas las piezas de orfebrería con que cuenta la parroquia: destaca un ostensorio barroco de comienzos del siglo XVIII enviado desde la ciudad mejicana de Oaxaca, que presenta a San Miguel haciendo 1as veces de astil en su función de sostener el viril.
De las ermitas, es la ermita de Santa Lucía, situada en pleno casco urbano, la de más interés: es una construcción del siglo XVI aunque con alguna reforma posterior.
Arquitectura civil: Interesante resulta la concepción urbanística de esta localidad, con la sucesión de tres plazas en su desarrollo. Abundan las viviendas de sillarejo y sillar en los marcos de los vanos que se fechan en el siglo XVI y XVII; las pertenecientes al primero abren sus puertas con amplios arcos de medio punto o en ocasiones ligeramente apuntados, mientras que las del siglo XVII conforman bloques horizontales con accesos adintelados. Muchas de ellas enriquecen sus frontis con escudos el siglo XVI, labrados en la clave del arco, y del XVII situados en el segundo cuerpo del edificio; estos blasones pertenecen a los nobles linajes valdorbeses. Por su monumentalidad y bellas proporciones se impone el Palacio de los Azpilicueta, un edificio de finales del siglo XVI o comienzos del siguiente, en cuyas obras intervino Domingo de Olascoaga. Constituye un monumental bloque de sillar en la fachada y sillarejo en las alas laterales, definiéndose aquélla por un paramento de marcada horizontalidad flanqueado en el remate por dos torres rectangulares. Enriquece la fachada, además de las labores decorativas de algunos vanos, un ostentoso escudo barroco con las armas de Francisco Elorza y Rada.