Murillo el Fruto
Zona no vascófona.
Limita al N con Ujué, al E con Gallipienzo, al S con Carcastillo y al O con Santacara. De N a S se distinguen las siguientes unidades geomorfológicas: el escarpe meridional de la sierra de Ujué y su piedemonte, modelados en el complejo de areniscas y arcillas miocénicas alternantes del flanco N del sinclinal de Miranda de Arga, que culmina a 661 m; las terrazas fluviales, especialmente la de 360 m, que tiene su mayor desarrollo al O de la villa; la baja llanura aluvial, asiento del regadío fertilizado con aguas del Aragón y que tiene una altitud de unos 350 m.
Comunicaciones: Situado en la carretera comarcal NA-124, Carcastillo-Caparroso por Santacara.
Clima
Inviernos fríos, veranos calurosos, precipitaciones aleatorias y escasas (500-600 mm en unos 70 días al año), cierzo frecuente y aridez (725-750 mm de evapotranspiración potencial media anual) son las características más sobresalientes del clima, que es mediterráneo.
Flora
Al igual que el clima, la vegetación es de tipo mediterráneo, de cuya etapa clímax no quedan más que algunos rodales de pino carrasco; abundan más los matorrales y pastizales.
HERÁLDICA MUNICIPAL. Trae de gules y un castillo de oro de tres torres, la de en medio más alta que las laterales, almenada de tres almenas en forma de flecha, cada una de las torres con puerta y ventana. Dos lanzas de oro a cada lado de la torre central y otras dos en las laterales. Puente de medio punto de azur. Su sello más antiguo pende de una carta de 1261 y de un documento de 1395, con las armas descritas.
CASA CONSISTORIAL. Se construyó en el siglo XVIII, de planta cuadra da, ejecutada en piedra y situada cerca de la iglesia. Consta de planta baja y dos elevadas y se corona con un cimborrio. La fachada está construida en piedra de sillería con recercado de huecos. Destaca su escalera interior y su fachada sur, de piedra de sillería con arco de dovelas y cinco ventanales rematados en arco, en su segunda planta. Recientemente han concluido las obras de reforma del edificio consistentes en la consolidación de exteriores y reforma de interiores. La inversión realizada fue de 26,4 millones, financiados con ayuda del Gobierno de Navarra. El ayuntamiento está regido por alcalde y seis concejales.
HISTORIA. En su término municipal se encontró un torque de la Edad del Hierro. Sobre su primitivo recinto se alzaba tal vez la fortaleza de «al-Qastil» (el Castillo), citada por los autores árabes con ocasión de la campa¬ña del emir cordobés Muhamad I en 860 y, posteriormente (975) la persecución de Ramiro Garcés, por el Tuyibi Abd al-Rahman ibn Yahyá después del encuentro de Estercuel. El sobrenombre, «Freyto» en el siglo XIII, parece derivar de «Fracto», roto, derruido. Se menciona ya con ocasión de las hostilidades entre cristianos y musulmanes que preludiaron en el siglo IX la formación del reino de Pamplona. No es fiable la noticia de la concesión a sus repobladores del fuero de Medinaceli por el rey Pedro I (1102).
Era villa de señorío realengo, cuya pecha anual cifró por «fuero» Sancho VII el Fuerte (1207) en 400 sueldos, más 150 cahíces de trigo y otros tantos de cebada y avena, sin perjuicio de las «labores» que los vecinos debían prestar en las obras del castillo y en el cultivo de las heredades directas de la Corona. Teoblado II les entregó (1265) estas últimas y la hierba de los sotos por un tributo anual de 100 sueldos más 30 cahíces de trigo y otros tantos de cebada, reservándose sin embargo la caza de conejos. Felipe III confirmó (1331) el estatuto acordado por Sancho VII el Fuerte. Carlos II concedió sucesivamente las rentas de la villa a San Juan de Bearne (1380), Ramonet de Sort (1385) y Beltrán de Lacarra (1387); Blanca y Juan II las pusieron como prenda de la dote de Felipe de Navarra (1430); el príncipe Carlos de Viana dio el lugar en señorío (1447) a Juan de Beaumont; y más tarde los monarcas Catalina y Juan III lo empeñaron al mariscal Pedro de Navarra, pero tornó al patrimonio regio mediante rescate abonado (1513) por los propios vecinos, quienes habían recibido en 1443 derechos de disfrute del término «Plana Mayor» en la Bardena. AMD, RFJ, JEH. Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico (1512), Murillo el Fruto hubo de mantener una larga lucha política y jurídica para mantener su independencia administrativa. En 1513, como ya se ha indicado, el propio pueblo pagó el rescate de su jurisdicción, que los reyes Juan y Catalina habían empeñado -con Pi¬tillas y Beire- al mariscal Pedro de Navarra.
Con el rescate, Murillo volvió a ser realengo, y Carlos V lo confirmó en 1552. Pero en 1558 se seguía pleito en la cancillería de Valladolid sobre si los tres pueblos dichos tenían derecho o no al rescate y, en 1679, era señor de Murillo el Fruto y Pitillas el mariscal Miguel de Navarra y Mauleón, marqués de Cortes. Ese mismo año se seguía pleito de nuevo, ahora por parte del patrimonio real, en solicitud de rescate de los referidos pueblos. La sentencia fue favorable a esto y quedaron como realengos. En 1802, se gobernaba, como realengo que era, por un alcalde, que nombraba el virrey, y por dos regidores que se elegían entre los vecinos. Con las reformas municipales de 1835-1845 quedó como ayuntamiento de régimen común.
Hasta 1787 hubo un puente sobre el Aragón, que lo destruyó con una avenida ese año. Había hospital y la villa contaba a comienzos del XIX con un monte propio llamado El Pinar. En 1847 había dos escuelas, frecuentadas por 30 niños y 35 niñas y cuyo maestro y maestra percibían respectivamente 72 robos de trigo y el primero y treinta la segunda. Contaba con presa sobre el Aragón para el riego y el puente no se había reconstruido. La villa tenía una barca que facilitaba el paso del río Aragón. Había buenos caminos para este último, Caparroso, Pamplona y otros puntos. Funcionaba un molino harinero.
Murillo El Fruto creció de manera notable durante todo el siglo XIX y el XX. En la década de los veinte de nuestra centuria contaba con una escuela de párvulos, además de aquellas dos, y acababa de construirse un nuevo puente sobre el río. En sus dehesas, pastaba desde el siglo XIX la ganadería de Carriquiri, propiedad del conde de Espoz y Mina.
PALACIO. Fue fundado en la segunda mitad del siglo XV por Juan de Rada, que casó con Rosa de Sarasa. El año 1703 obtuvo la prerrogativa de llamamiento a Cortes por el brazo militar o de los caballeros José Morales y Rada. Joaquín María Morales de Rada solicitó que se le despachase rebate de cuarteles en 1787. como dueño y poseedor de este palacio de cabo de armería. El escudo de armas era de oro, con una cruz trebolada de gules. JJMR.
En 1429, ante el inminente peligro de guerra con Castilla, los vecinos de la villa repararon el castillo a sus expensas, mandando la reina doña Blanca al año siguiente que se les descontase de la pecha lo gastado. Era alcaide a la sazón Martín Pérez de Novar, que continuaba en 1446. En 1447, el Príncipe de Viana cedió el señorío a Juan de Beaumont. Se iniciaba por entonces la triste época de las contiendas civiles entre beaumonteses y agramonteses, que ensangrentarían el Reino durante años. En 1454 guardaba el castillo como lugarteniente Fernando de los Barrios. Dos años después consta como alcaide mosén Hugo de Urriés, copero mayor de Juan II. Le sucedió Pedro Jordán de Urriés, que en 1462 percibía 48 libras de retenencia. CASTILLO. Al norte de la localidad, encima de un montecillo, estuvo emplazado en época medieval el castillo que la guardaba y defendía. Por los años 1234-1237, reinando Teobaldo I, lo tenía a su cargo García Ximénez de Oárriz, y en 1256, Sancho Fernández de Monteagudo. Más tarde, en 1280, el merino Arnalt Bernat, y diez años después, Martín Martínez de Úriz, con una retenencia anual de 8 libras y 40 cahíces. Por esos años, en 1294, se reparaban las casas y graneros. Ya en el sido XIV, hacia 1328-1335, era alcaide Diego Pérez de Ezperun, con una asignación de 6 libras y 30 cahíces. Más tarde, en 1357, ocupaba el puesto Martín García de Leyún al que sucedió Gil López de Sarasa. Carlos II confió la guarda en 1366 al escudero Martín Pérez de Gallipienzo, retirándosela en 1374, para darla al caballero Juan Testador. Cinco años después, nombró en su lugar a Lope Martínez de Úriz. El mismo rey hizo donación de la villa y castillo de Murillo en 1380, en favor de Juan de Bearne, capitán de Lorda, previo homenaje y compromiso de fidelidad. En 1385, los traspasó a Ramonet de Sort, sobrino de Bertrucat de Labrit, que le prestó asimismo homenaje Carlos III el Noble, por su parte, donó la villa con su fortaleza, en 1387, a Bertrán de Lacarra, su chambelán, con todas las pechas y rentas. Más tarde, en 1404, el castillo pasó en rehenes al rey de Aragón, en prenda de la dote de la infanta doña Blanca. A tal efecto, tuvo que prestar homenaje a Martín el Humano el alcaide Miguel Sánchez de Aoiz.
En 1469 se rompió la paz entre los bandos, al haberse alzado el mariscal Pedro de Navarra con este castillo, que a la sazón estaba en poder de Juan de Beaumont. La princesa doña Leonor fue personalmente a requerir a los agramonteses su restitución, pero éstos, en declarada rebeldía, se negaron a ello. Más tarde, hacia 1490, el castillo y la villa fueron empeñados por Juan de Labrit al mariscal don Pedro, en prenda de la dote de Mayor de la Cueva. En 1512, las huestes de Fernando el Católico sitiaron el castillo, muriendo su alcaide Pedro de Rada a manos de los castellanos. En 1516, consumada la conquista de Navarra, la fortaleza fue derribada por orden de Cisneros. JJMR.
IGLESIA DE SANTA MARÍA. En el año 1528 el abad de La Oliva, Martín de Rada, mandó construir la parroquia de Santa María, aprovechando restos de una primitiva fábrica protogótica influida por el Císter que todavía se perciben en los muros de la nave hacia los pies y en la capilla cuadrada con bóveda de cañón donde asienta la torre. Esta traza del siglo XVI forma en planta una cruz latina con nave única de tres tramos, amplio crucero de brazos rectos y cabecera pentagonal; las cubiertas son bóvedas de nervios que forman gallones en el ábside, terceletes en el crucero y nave, y crucería simple en la sacristía. Frente a este último espacio se construyó en torno a 1800 una estancia simétrica y adyacente al brazo del crucero. Por el lado de la Epístola se levantó, a su vez, una capilla cuadrada, cubriéndose ambos espacios con sendas bóvedas de aristas; al mismo tiempo se remodeló el arco de embocadura de la capilla medieval para uniformar el conjunto. La torre actual data del siglo XVII, excepto el remate que es moderno. Muestra del romanismo navarro es el retablo mayor del templo, que data de 1588, obra del ensamblador de Olite Pedro de Arcéiz; sigue modelos inconográficos próximos a los de Pedro González de San Pedro. Su calidad se resiente por el reajuste de la mazonería y el repinte efectuados en el siglo XVIII; estas modificaciones se aprovecharon, además, para incorporar un sagrario barroco con las imágenes de San Pedro y San Pablo. Menos importantes son los demás retablos de la iglesia, ejecutados en fechas más tardías y donde se han introducido algunas imágenes modernas. De ellos, los gemelos del Santo Cristo y el Corazón de Jesús más el de San Gregorio corresponden al estilo rococó de la segunda mitad del siglo XVI-II, aunque la imagen titular del Cristo es obra del siglo XVII; en el retablo de la Dolorosa se advierte el estilo neoclásico de hacia 1800 y el del Rosario es un ensamblaje de diversos fragmentos de mazonería de los siglos XVII y XVIII. Entre las piezas que en el año 1845 se incorporaron a la parroquia procedentes del monasterio de La Oliva destaca el retablo de San Miguel, primitivamente dedicado a San Bernardo, obra de la primera mitad del siglo XVII con pinturas tenebristas de la misma época y calidad discreta; el lienzo central es una pintura manierista de otra procedencia y de mayor valor artístico. De la Oliva es también la sillería de coro, de estilo barroco de hacia 1700. Barrocas son asimismo unas crismeras de plata y una campanilla de bronce, y de estilo neobarroco un cáliz.
ARQUITECTURA CIVIL. El caserío se acomoda a la ladera de una colina, disponiéndose las calles en amplias curvas que se ajustan al cerco del antiguo castillo, hoy desaparecido. Abundan las casas del siglo XVI con varios cuerpos de sillería articulados por amplios dinteles y gran portalón de medio punto; algunas claves ostentan escudos de la época o del siglo XVIII, entre los que se reconocen las armas del Roncal y las de Rada. De interés es también el edificio del ayuntamiento, de estilo barroco, que conserva una espaciosa escalera de la época y un blasón ro¬ocó en la fachada.
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