OTRA ANÉCDOTA DE VÉLEZ
Y se contaba de este mismo Vélez que había visto segar en una parcela de cebada. Fue a ver la suya y dijo a su mujer:
–Voy a ver la parcela de cebada y ya vengo enseguida para ir a misa. Al cabo de un tiempo regresó a casa un poco triste y su mujer lo notó.
–Oye, ¿qué te pasa? ¿Has reñido ahí o qué, que vienes con la cara triste?
–No. No he reñido con nadie –le respondió Vélez decepcionado.
–Pues ¿está la cebada mala o qué? –le preguntó preocupada su mujer.
–No, bien buena está la cebada –decía Vélez muy triste.
–Pues a ti algo te pasa; si no, no vienes con la cara tan triste –sospechaba su mujer.
–Pues sabes qué me pasa: que en la pieza de Eraso –Eraso era un rico– la cebada está con las espigas mirando para Igúzquiza y en la nuestra, mirando para Estella –confesó Vélez.
Y lo que quería decir era que iba a tener que vender toda la cosecha.