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Tuvieron mala suerte con uno de los cerdos. Su madre quiso castrarlo y un alguacil se encargó de ello. Este le dijo que le preparara un sitio limpio para dormir y que no le diera nada para comer. Pero al día siguiente el cerdo estaba muerto. Lo montaron en un remolque de mano y lo tiraron a un pozo desde un puente. Aparte de conejos, patos y gallinas, también tenían pollitos. Sus abuelos tenían campo y gran parte de lo que obtenían de allí se lo daban a los animales. Muchas familias no solían tener muchos alimentos por lo que la mejor solución era tener un cerdo. Criaban el cerdo y después de matarlo obtenían carne para poder alimentarse.