EL NOVIO POCO HABLADOR
Un soltero quería casarse, porque en casa estorbaba. Y su hermano ya le había buscado novia. Fueron, pues, a ver una novia al domingo siguiente. Les recibieron e invitaron a comer. Después de la comida, el pretendiente tenía que salir con la novia un ratico. Y él no le decía nada a ella. Ella, entonces, se frotó las manos nerviosa y, como él estaba todo el rato callado, le dijo ama- blemente:
–Yo me llamo Avelina.
–Pues yo no –le dijo él con desconfianza.
Iban paseando en silencio y muy separados, uno por cada lado. En ese momento, le preguntó ella con amabilidad:
–¿Por dónde iremos?
–No sé. Ahora vamos por la derecha los dos, pero el peatón debe ir por la izquierda. Mira: tú vete por donde quieras, que yo iré por el otro lado –le contestó el pretendiente poco hablador.
Así él no se atrevía a decirle nada ni le daba la mano mientras paseaban. Acabó la visita, regresaron a casa de la novia después del paseo y, cuando llegó, le preguntó ilusionado su hermano:
–¿Qué tal te ha parecido?
–Bien: habla –contestó con secretismo el novio poco hablador.
Cuando volvieron a casa los dos, otro hermano que también vivía con ellos le preguntó:
–¿Has ido?
–Sí, sí. Habla bien. Pero no me conviene, porque yo soy más secreto –le contestó el que hablaba poco.