Aoiz
Zona mixta.
Está incluido el término de este pequeño municipio en dos grandes unidades geomorfológicas: la cuenca de Lumbier-Aoiz y la zona plegada eocénica que se extiende entre ésta y el macizo de Oroz-Betelu o de Arce. Aquella fue excavada en las margas y el flysch margoso del Eoceno Medio y Superior por el río Irati, que atraviesa el municipio de NNE a SSO acompañado de una serie de terrazas fluviales que enlazan hacia el N con glacis de erosión. Aoiz se levanta casi en el contacto de la cuenca de flysch margoso con la zona plegada que aquí afecta al flysch del Luteciense Superior (Eoceno Medio) y que desde el punto de vista topográfico asciende, en la muga septentrional, hasta 9001.000 m.
Clima
El clima es de tipo submediterráneo. Estos son algunos de sus valores medios anuales: 12°-13º C de temperatura, 800-1.000 mm de precipitaciones, caídas en 80-100 días, un mes seco en verano y 690-700 mm de evapotranspiración potencial.
Flora
Poco queda del bosque mixto submediterráneo (encina, roble, pino silvestre) que cubría el territorio antes del poblamiento humano. La repoblación -pino laricio de Austria- asciende a poco más de 100 Ha, y el chaparral de encina a 221.
Heráldica municipal
Su escudo data del 22 de junio de 1494 en que se lo concedieron los reyes Catalina y Juan de Labrit. Dice así el documento: "Por las presentes concedemos, otorgamos y damos por Armas de la dicha villa una Corona entre dos Espadas en campo colorado, que sea la Corona de oro, las Espadas argentadas, pomo, crucetas y conteras doradas; las cuales dichas armas, de hoy data de la presente, en adelante, a perpetuo las traigan e tengan por especiales Armas por Nos a ellos dadas para la dicha Villa". En las vidrieras del palacio de la Diputación aparecen pintadas con los mismos colores y metales, lo mismo que en el Libro de la Armería Real de Navarra.
Casa Consistorial
Fue construida hacia el año 1865. Edificio exento, consta de planta baja y dos elevadas. En la primera planta, sobre la puerta de acceso, tiene un halcón volado, corrido, construido en hierro, al que acceden tres balcones. Tuvo sede anterior conocida, en la plaza de la Villa. El Ayuntamiento está regido por alcalde y ocho concejales.
Historia
En su término se encontraron seis ejemplares de útiles pulimentados de la Edad del Bronce. También dentro del municipio se localiza un asentamiento arqueológico en la cueva de Rala, con evidencias de la Edad del Bronce y Hierro.
Históricamente aparece documentada en 1042, con motivo de la donación del contiguo monasterio de Zalurríbar a Leire por el rey García Sánchez III, fue sede, en los siglos XI y XII, de la tenencia de Lónguida. Villa de dominio regio, en la que tenían propiedades al prior de la catedral (mediado el siglo XII) y alguna estirpe nobiliaria, como se deduce de la donación hecha (1335) al rey Felipe III por Pedro Ibáñez de Lete y su esposa Teresa Almoravid. Carlos III, quien incorporó a su término los de los despoblados de Guenduláin y Eguié (1391), la dio en señorío a su hijo natural Godofre (1413), pero acto seguido éste lo traspasó, en pago de una deuda de cinco mil libras al deán de Tudela, quien, a su vez, lo entregó al prior de San Juan de Jerusalén. El monarca otorgó la hidalguía colectiva (1424) a sus habitantes y, en 1479, la princesa Magdalena, regente de Francisco Febo, la elevó a buena villa con asiento en Cortes, almirante, alcalde y mercado mensual, con motivo de las treguas allí firmadas por agramonteses y beaumonteses. En la guerra civil había sido partidaria de la causa agramontesa.
Aoiz -su entorno- fue escenario de la conquista de Navarra, concretamente en diciembre de 1512, cuando el ejército del rey Juan de Labrit fue derrotado por el conde de Lerín, aliado de Fernando el Católico. Durante los tres siglos siguientes, la villa mantuvo sus caracteres principales: gozaba de asiento en Cortes, albergaba una nobleza media de cierta importancia (de la que destacará alguno de los vástagos de la familia Guirior) y se rigió no obstante por concejo abierto hasta 1757, en que probablemente esas mismas y otras familias poderosas consiguieron que las Cortes navarras lo sustituyeran por una Junta de Veintena. Durante la guerra de Sucesión, exactamente en 1710, Aoiz fue amenazada -sin que llegaran a ella- por los ejércitos de Carlos de Austria. Pero fue mucho mayor lo sufrido en la de la Convención, en que fue saqueada (1794). En 1797 las autoridades de Aoiz dirigían una súplica a la Diputación -que contestó afirmativamente- para la «exoneración de pago del donativo por lo que padeció en esta guerra contra Francia». En torno a 1800 era un lugar incipientemente industrializado, con un molino harinero con dos batanes, una fábrica de papel y otra de paños con 70 maestros, que trabajaban unas 600 piezas de 60 varas de paño ordinario, de Roncal, tres palmos de ancho. La jurisdicción civil la ejercía un alcalde, que nombraba el virrey a propuesta de la villa, y el gobierno económico los regidores «elegidos entre los insaculados».
A esta época pertenecen el ministro Miguel José de Azanza, acaso el personaje más importante en la vida pública española de cuantos han nacido en la villa, y el general Joaquín Bayona.
Como tantos otros pueblos navarros, durante la guerra de la Independencia (1808-1813), la villa padeció todo género de gravámenes, tanto de las autoridades francesas como de los guerrilleros navarros, y una situación semejante se reprodujo durante la primera carlista (1833¬1839). Pero, de la revolución administrativa liberal que entre ambas se realizó, Aoiz obtendría una singular ventaja. En 1820 concretamente, las Cortes españolas procedieron a dividir todo el territorio del Estado en partidos judiciales y convirtieron Aoiz en capital de uno, el correspondiente a la merindad de Sangüesa. Sin duda, la sustitución de la vieja ciudad oriental por la villa montañesa obedeció a la más céntrica posición geográfica de ésta respecto del conjunto del nuevo partido. Como cabeza del mismo, la villa albergaría más tarde, desde 1863 en que fueron creados, el Registro de la propiedad y, antes y después, los diversos organismos jurisdiccionales.
Durante la tercera guerra carlista (1872-1876), en 1873, los carlistas bloquearon Aoiz y acabaron por ocuparla en el verano de 1875.
Aoiz continuó siendo villa agrícola sobre todo. En verdad, las noticias sobre la existencia de una industria textil notable no faltan ya en 1667, los pelayres de Aoiz pidieron a las Cortes del reino que no se permitiera la introducción de tejidos foráneos, y en 1783 la hermandad de pelayres de Aoiz y otras villas dirigió un memorial a la Diputación contra los aranceles que pesaban sobre los géneros exportados a Aragón y Castilla. En 1750 José A. de Guirior pidió al rey determinados privilegios para la fábrica de curtidos que había establecido en Aoiz. Y unas estadísticas de 1786 consignaban 40 fabricantes de tejidos, con 22 jornaleros, además de otros 28 artesanos de diversos oficios. Mediado el siglo XIX se constata la existencia del molino harinero, los batanes y la fábrica de papel, todo ello sobre el Irati, de donde recibían impulso; también había hilaturas de lana para calcetas y otros objetos y se fabricaban paños burdos, elaborando comúnmente en cada año 600 piezas de 60 varas de largo y 3/4 de ancho cada una, en las que se invertían unas 3.000 (arrobas) de lana. En cuanto al comercio, había mercado cada viernes y feria cada 30 de septiembre. Además de los caminos de herradura que la unían con los pueblos del partido, ya llegaba entonces hasta Aoiz la carretera de Pamplona, tras cruzar las Cadenas de Huarte y Urroz.
Para entonces ya se había creado la compañía El Irati; en 1849 se dedicaba a bajar madera en almadías para construcción y combustible por el río homónimo, depositándola en un espacioso almacén que poseía en Aoiz con tal fin, y que en 1842 -en que por tanto ya se había constituido la sociedad- fletó un barco para probar que el Irati era navegable. Esta compañía dejó más tarde paso a la de igual nombre establecida en Ecay por Domingo Elizondo, empresario de Aribe, que contaba en 1910 con 510 puestos de trabajo, una gran serrería que absorbía diariamente 40 toneladas de madera, una destilería que producía 30 toneladas de carbón vegetal y diversos ácidos y desde 1908 una central eléctrica, además del ferrocarril del mismo nombre.
Entrado el siglo XX, en la década de 1920, había una fábrica de harinas con capacidad para producir 14.000 Kg diarios, y servicios diarios de automóviles de línea a Burguete, Saint Jean Pied de Port y Arive y de carruajes a Garayoa. La industria textil y la papelera habían desaparecido o estaban en plena decadencia (desde 1910 la primera).
Iglesia de San Miguel Arcángel
Es un edificio realizado en piedra, ampliado numerosas veces hasta alcanzar su configuración actual. Tiene planta de cruz latina con cabecera poligonal y capillas laterales abiertas a la nave en diferente fecha. Se cubre con bóveda de cañón apuntado el primer tramo de la nave, la zona más antigua junto con la torre campanario; con crucería con claves (siglo XV) los dos tramos siguientes, y con crucería estrellada y capilla mayor. Respecto a las capillas, la dedicada a contener la pila bautismal, situada en el lado de la epístola, recibe bóveda de crucería simple, y de las que acogen a los confesionarios, en el lado del evangelio, la más próxima a los pies se cubre con bóveda cuatripartita y la inmediata al transepto con bóveda estrellada.
El acceso se sitúa en el lado de la epístola por una puerta de aro de medio punto abocinada, enmarcada con contrafuertes Y pináculos. En las enjutas aparecen medallones con relieves de la Anunciación. Sobre el entablamento figura San Miguel Arcángel, titular del templo, y, en los márgenes, separados por columnas corintias, San Lorenzo y San Esteban hechos en relieve. La portada es renacentista, perteneciente a la última etapa de su edificación.
En el coro alto, situado en el primer tramo de la nave sobre bóveda rebajada, hay relieves decorando enjutas y balaustre, en estilo renacimiento.
Su retablo mayor es el resultado de aprovechar materiales de uno más antiguo, realizado por Juan de Anchieta en 1580, incorporándolos a una mazonería hecha por el escultor jacetano Juan Tornes, en 1746 y policromado en 1772-1773 por Pedro Antonio de Rada, vecino de Pamplona.
Consta de sotabanco, banco, tres calles de dos pisos y ático. En él contrasta la labor de Anchieta con el barroquismo del trabajo de Tornes. Al primero pertenecen los relieves del sotabanco, banco y calles laterales, al segundo lo restante. La imagen de San Miguel Arcángel en la calle central, el sagrario en forma de templete, el Calvario en el ático y los arcángeles que lo acompañan son obra del sido XVIII.
También son de Anchieta, procedentes del mismo retablo mayor, la imagen de la Virgen con el Niño, erguida. y monumental, que se sitúa sobre una peana en el transepto norte, y el Crucificado, de bulto, en un retablo localizado en el transepto meridional.
Finalmente, además de otros retablos barrocos de imaginería, destaca su pila bautismal por su decoración en la copa, a base de relieves figurativos con títulos de identificación que representan cabezas de profetas mayores y menores más el pelícano alimentando a sus crías. El pie es torso y se decora con pomas más el escudo de Aoiz; su datación debe de ser tardía (siglo XV-XVI).
La sillería del coro manierista es obra de Nicolás de Berástegui realizada para 1573. En un pequeño museo anejo a la iglesia se recogen una serie de tallas procedentes de los despoblados vecinos así como diversas piezas de platería entre las que abundan las renacentistas y barrocas. En su casco urbano, que estuvo hasta el siglo XVI cercado por murallas, abundan las casas del siglo XVI con portadas apuntadas y ventanas agimezadas y algunas barrocas entre las que destaca la casa de los Argamasilla de la Cerda con planta en forma de L.
Ermitas
En el término se localizaban las ermitas de San Román, San Bartolomé, San Joaquín, Santa Engracia, San Juan, San Lorenzo y San Salvador, alguna ha desaparecido y otras están en ruina.
A la salida del pueblo hacia el valle de Arce se encuentra el puente medieval de Auzola o Bidelepu, consta de cuatro ojos.
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