EL DOLOR DE MUELAS
Era una vez uno al que le dolía mucho una muela. Pero no se atrevía a sa- cársela, porque otras veces había ido al practicante y le había hecho mucho daño. Y se encontró con el herrero y éste le dijo:
–¿Cómo que no te atreves? Pues ya te la sacaré yo. Ya verás qué bien te la saco.
–¿Cómo me la vas a sacar? –preguntó con miedo.
–Mira, te voy a colocar un alambrico delgadico a la muela, te lo ato al yunque y tú tiras hasta que te la saques –le explicó el herrero.
Pero, claro, echaba el cuerpo hacia atrás muy poco, tiraba muy poco y la muela no salía. Y el herrero tenía metido en el fuego un hierro ya preparado para llevarlo al yunque a martillearlo. Y el otro, que estaba allí en el yunque tirando con mucho miedo, cuando el herrero se acercó con el hierro, se asus- tó, echó el cuerpo hacia atrás, tiró y le salió la muela.