LA SANTA COMPAÑA
Como en el valle de Goñi celebran el día de Ánimas, contaban los abue- los que, entonces, fue a por vino un hombre que se llamaba Acilo de Narcué y se le dio vuelta la carga, todos los pellejos de vino. Pasaban en aquel mo- mento las ánimas y este hombre les pedía ayuda.
–Nosotros no te podemos ayudar, porque no tenemos hueso. Somos de carne y no tenemos hueso; por lo que no te podemos ayudar. Vete al pueblo que allí te ayudarán –le decían con una voz lastimera de ultratumba.