Joaquín era buen cazador y con tan solo ocho años empezó a ir a cazar para ayudar a su familia. Recuerda que en casa no tenían agua corriente y cómo vio fusilar a dos vecinos de Tudela cuando él era un crío. Joaquín ha trabajado toda la vida en el campo. Es soltero y lleva trece años viviendo en la Casa de la Misericordia de Tudela.