EL CURA SIN PANTALONES
Otro suele contar uno de Ubago, el “Cositas”. Fueron los del pueblo a quejarse al obispo del cura de su pueblo:
–¡Que el cura no llevaba pantalones!
–¡Pero, hombre! –se sorprendió el obispo.
Y el cura pensaba enfadado:
–¡Pero qué gente! Ya les voy a callar. ¡Decir que no llevo pantalones!
Así que se puso unos pantalones de pana y, como no tenía costumbre de llevarlos, fue al baño y se los dejó allá olvidados. Y en el sermón pensaba en- señarles que llevaba pantalones.
–Ya sé que habéis estado con el obispo, para quejaros de que no llevo pan- talones. Pues para que veáis que eso no es cierto... –dijo levantándose la so- tana hasta el cuello.
Y no llevaba pantalones, aunque a él le parecía que sí.
–Ya podéis ver –y otra vez se levantaba la sotana. –Y treinta varas de esto mismo que tengo en casa.