NAFARROAKO ondare materiagabearen ARTXIBOA

EL CURA Y EL VINO

  • Audio mota:
  •       - Testimonio
  • Sailkapena:
  •       - Herri ipuinak
  • Ikertzailea / laguntzailea:
  •       - Ekiñe Delgado Zugarrondo
  • Audioaren kokapen:
    Aramendía
  • Informatzaile mota:
    Individual
  • Audioaren informatzaileak:
    Segura Munárriz, Pedro
  • Audioko agenteak:
    Alfredo Asiáin Ansorena

Era un cura que tenía una pipa de vino llena, porque antes se les daba a todos los curas el diezmo. Y el maestro era amigo del ama del cura e iba mucho a su casa, por lo que entre los dos se bebieron poco a poco el vino. Además, para acompañar el vino, cogieron una cabeza de cerdo que el cura tenía guardada en un arca desde la matanza y se la comieron también. Para que no se notara, la remplazaron por una cabeza de cabra. Pero se asustaron mucho: –Cagüendiez, ¿y ahora qué haremos? –se inquietó el ama. –Ya lo engañaremos –le tranquilizó el maestro. Por fin, el maestro ya discurrió. Estuvo buscando en las Escrituras y, al final, encontró una lectura que les salvaba. Así, un domingo, en la misa, le puso al cura el libro abierto en la página donde ponía: –En año bisiesto, en arca cerrada, la cabeza de cerdo se vuelve de cabra. Y en la misa lo leyó el cura y, después, cuando terminó la celebración, pensó: –Ahí va, a ver si va a ser verdad. Fue a casa rápidamente y, cuando llegó, les dijo al ama y al maestro: –¿Sabéis lo que dice en el libro de los evangelios? Que: En año bisiesto, en arca cerrada, la cabeza de cerdo se vuelve de cabra. Abrió a continuación el arca y vio que alguien se había comido la cabeza de cerdo y la había sustituido por otra de cabra. Y se quedó atónito: –Ahí va. Cerró el arca abatido y fue corriendo el cura a ver si también se había bebido vino. Llegó donde la pipa de vino y estaba vacía. –Ahí va, ¿y el vino? –preguntó sorprendido el cura. –Habrá habido brujas. Suelen pasar las brujas por ese camino. Mañana ha de venir usted a ver si hay brujas o no. Verá usted cómo verá brujas por el monte –respondió taimadamente el ama del cura. Al día siguiente, salió al camino. –A ver si hay brujas –se dijo decidido el cura. Empezó a otear y, de repente, vio por lo más alto del camino a dos brujas de aspecto terrorífico, pero que no eran más que el maestro y el ama dis- frazados. Los dos se habían puesto unos pelos largos y despeinados y le gritaban. Se escapó aterrorizado el cura y, para cuando regresó a casa, el maestro y el ama ya estaban allá. En cuanto llegó, le preguntó el ama: –¿Ha visto brujas? –Sí, sí; ya las he visto. ¡Y con unos pelos! –le respondió atemorizado el cura. Y, así, se le habían comido la cabeza de cerdo y se le habían bebido el vino, sin que el cura se lo recriminara. Ese cuento lo solía contar mi padre.