EL SASTRE DE CABREDO (5)
Había una vez en Cabredo, un pueblo cerca de Santacruz en la muga ya con Álava, un sastre que tenía que ir todos los días a coser a Aguilar. Y era muy tímido, muy tímido. Y un día le tocaba tormenta y otro, cualquier otra cosa.
Una vez que iba, como todos los días, a Aguilar y que era tiempo de pa- so de los búhos, cuando él pasaba por el puerto, un sitio muy sombrío don- de la luna hace como sombra, le salió un búho que le hizo:
–¡Uuuuh! ¡Uuuuh!
Y él se atemorizó, porque creyó que decía cosas sobrenaturales, y no sabía qué hacer. No se atrevía a pasar y entonces empezó a exclamar con miedo:
–¡Déjame pasar, déjame pasar, que soy el sastre de Cabredo y voy a coser a Aguilar!
Pero el búho seguía y no se atrevía a pasar. Por fin, al cabo de un rato, calló el búho y ya pasó. Sin embargo, después no se atrevía a volver pasando por allí. Y todos se reían mucho de él porque era un poco miedoso y le costó bas- tante entrar en razón y comprender que era un búho. No comprendía la natu- raleza. Él se dedicaba sólo a trabajar y no se había preocupado de la naturaleza.