NAFARROAKO ondare materiagabearen ARTXIBOA

LAZARILLO

  • Audio mota:
  •       - Testimonio
  • Sailkapena:
  •       - Herri ipuinak
  • Ikertzailea / laguntzailea:
  •       - Ekiñe Delgado Zugarrondo
  • Audioaren kokapen:
    Ollobarren
  • Informatzaile mota:
    Individual
  • Audioaren informatzaileak:
    Osés, Julio
  • Audioko agenteak:
    Alfredo Asiáin Ansorena

Resulta que los ciegos entonces solían llevar perros o zagales para que los guiaran. Y este iba con un zagal que tenía mucha hambre. En una casa de un pueblo donde habían estado pidiendo, le habían dado tocino y el zagalico lo llevaba, porque no se lo había dado al ciego por picardía. Lo sacó y se lo comió en silencio. Pero el ciego sospechó que le habían dado tocino y él no había comido. Por eso, le pegó unos cuantos palos en todos los riñones. El chaval, dolorido, prometió: –Pues ya me la voy a guardar y ya me la cobraré. Después, marcharon por el camino y, cuando entraron en el monte, en- contraron una encina muy grande. Al verla, el zagal pensó: –Aquí te la voy a dar. Así que, sin que el ciego se percatara de nada, lo colocó en frente del grue- so tronco de la encina y le mandó: –Brinca, que hay agua. Saltó el ciego y se dio un testarazo tan enorme con toda la cabeza contra el tronco de la encina, que perdió hasta el conocimiento. –Oye, sinvergüenza, que me has engañao –se quejó aún aturdido el ciego. –Así como has barruntado el tocino, haber barruntado el encino –se vengó el zagal.