Pitillas
Limita al N con Beire y Ujué, al E con este municipio, al S con Santacara y Murillo el Cuende y al O con Olite.
En este término municipal pueden diferenciarse una parte occidental, llana, y otra oriental, topográfcamente accidentada. La primera corresponde a los diversos niveles de terrazas y glacis de erosión. Está recorrida de N a S por el Cidacos y alberga una importante laguna de carácter endorreico. Es digno de ser destacado el que glacis y terrazas se hallan, en algunos casos, a mayor altura que los afloramientos arcillo-areniscosos del Mioceno infrayacente; ha habido, por tanto, inversión del relieve. Las alturas oscilan entre 340 y 700 m.
Comunicaciones: Carretera local que enlaza con la general N-121, Pamplona-Tudela y carretera local hasta Olite.
HERÁLDICA MUNICIPAL. Partido. 1º de gules y la figura de San Pedro sentado, sosteniendo las llaves en su mano izquierda, todo de oro. 2.º de azur y el libro de los evangelios abierto y sobre él dos manos en actitud de prestar juramento, en su color natural. En una donación de Felipe de Evreux en 1329, el blasón es el mismo que el descrito y en orla la leyenda: «sigillum: concil II: de: pitiellas».
CASA CONSISTORIAL. Es un edificio del siglo XVII, labrado en sillarejo con cadenas angulares y enmarques de vanos de cantería. Está restaurado recientemente. Tiene pórtico con arcos en el cuerpo bajo y sobre el arco central, un balcón con arco de medio punto. El Ayuntamiento está regido por alcalde y seis concejales.
ARQUEOLOGÍA. En su término se encontró un fragmento de miliario romano. También fechados en época romana existen restos en el cerro llamado de Juan García, al noreste del pueblo.
HISTORIA. Se desarrolló probablemente desde finales del siglo XI como un núcleo repoblado desde Ujué, bajo cuya dependencia institucional estuvo, aunque ya en el siglo XIV formaba un concejo con entidad propia. Había sido, al parecer, villa de señorío de Pedro Sánchez de Monteagudo, cuyos hijos Juan y Milia Sánchez la pusieron como fianza de un compromiso con la reina Juana I (1281). Los vecinos consiguieron que el gobernador Juan de Conflans les confiara (1349) la custodia de caza y agua de la laguna de Sabasan y los derechos de abrevaje por un censo anual de dos cahíces de trigo y otros dos de cebada. Los reyes Blanca y Juan II pusieron las rentas del lugar como prenda de la dote de Felipe de Navarra (1430), y Catalina y Juan III lo volvieron a empeñar al mariscal Pedro de Navarra, pero revirtió al patrimonio regio mediante rescate, abonado por los propios vecinos (1513). AMD, RFJ, JEH,
En 1802 la gobernaba un alcalde, designado por el virrey a propuesta de la propia villa, y los regidores que se elegían entre sus vecinos. Tras las reformas municipales de 1935-1845 quedó como ayuntamiento de derecho común.
En 1847 tenía dos escuelas, una de niños, frecuentada por 36 y dotada con veinticuatro robos de trigo. Servían la iglesia un párroco y dos beneficiados, cuya presentación correspondía al rey o al arcediano de la catedral de Pamplona, según el mes en que se diera la vacante; disfrutaban los de Pitillas de tres dehesas -las de Dolomondos, Aguliar y Carnecería- y de una laguna.
A comienzos del siglo XX contaba con puesto de la guardia civil, dos fábricas de chocolate y un molino aceitero.
También había un Hospital cuya existencia se remontaba al menos hasta el siglo XVIII. Mediada la centuria siguiente estaba regido por la Cofradía de San Pedro. Ante la falta de fondos, ya en el siglo XX, el Hospital fue vendido y su importe destinado a los pobres.
Enlaces a archivos de interés:
Archivo General y Real de Navarra
Archivo Diocesano del Arzobispado de Pamplona y Tudela
Portal de Archivos Españoles (PARES)
Enlaces a hemerotecas de interés:
Hemeroteca del Diario de Navarra
Hemeroteca del Diario de Noticias
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional
PALACIO. Según J. Yanguas y Miranda, en 1679 poseía el señorío de
Pitillas y Murillo el mariscal Miguel de Navarra y Mauleón, marqués de
Cortes, cuyos antepasados lo venían disfrutando en prenda de 3.500
florines que Juan II prometió al mariscal don Felipe de Navarra cuando
en 1430 casó con doña Juana de Peralta. El citado año de 1679 el Real
Consejo pronunció sentencia mandando restituir ambos pueblos al
patrimonio real, previa la entrega al marqués de la referida dote. Caro
Baroja anota el palacio de Pitillas entre los existentes en 1799. El
escu¬do era burelado de plata y azur.
IGLESIA DE SAN PEDRO APÓSTOL. El principal monumento de esta villa es la parroquia de San Pedro
apóstol, edificio gótico renacentista construido tardíamente entre
finales del siglo XVI y comienzos del XVII, ya que la tasación de sus
obras no se efectúa hasta 1606. De él se encargaron los canteros Joanes
de Elizalde y Miguel de Celaya. Siguiendo una tipología normal en la
época, erigieron una iglesia de cruz latina con crucero bien marcado en
planta y cabecera poligonal. El recinto se cubre por bóvedas de
terceletes con nervios mixtilíneos y otras de diseño estrellado,
correspondiendo estas últimas al tramo central del crucero y los pies
de la nave, mientras que la cabecera recibe una bóveda gallonada
reforzada por terceletes. Todas estas cubiertas arrancan de ménsulas
cilíndricas o poligonales con rosetas. En 1906 se amplió la fábrica con
un cuarto tramo bajo la dirección de Florencio de Ansoleaga y Ángel
Goicoechea, arquitectos que en su construcción se ajustaron al estilo
imperante en el resto del edificio. Los exteriores de esta parroquia
presentan sólidos muros de sillería que definen unos volúmenes limpios,
surcados tan sólo por los contrafuertes diagonales que se adosan a las
esquinas. De este bloque emerge una torre de severidad herreriana
compuesta de cuatro cuerpos también de sillería, el último de los
cuales se abre en medios puntos para las campanas. Según los
documentos, esta torre fue levantada en torno a 1680 por el cantero
Gabriel Barreneche, que se ocupó igualmente de labrar la hermosa
portada del muro de la Epístola. De inspiración manierista, presenta
amplio arco de medio punto con motivos geométricos, acompañado de dos
columnas dóricas que se elevan sobre pedestales de parecida decoración.
Un friso clasicista de triglifos y discos sirve de asiento a un frontón
triangular, interrumpido por una hornacina que luce en su culminación
otro frontón recto. Guillen de Urrizola erigió en 1739 el pórtico
barroco que cobija dicha portada.
Preside el interior del templo un retablo mayor de estilo barroco,
realizado entre 1708 y 1711 por el maestro arquitecto Juan Zapater. Su
traza, de marcada verticalidad, comprende un alto banco, cuerpo único
de tres calles formado por columnas salomónicas y ático curvo con
soportes también salomónicos. El retablo resulta original por una
abigarrada decoración de gran efecto, compuesta fundamentalmente por
unos envolutados follajes que se adaptan a todos los elementos
arquitectónicos y a las complejas placas geométricas que penden de las
cornisas. Especialmente caprichosas son las ménsulas del banco, que
incorporan unos niños atlantes de difíciles posturas, a los que se
suman las figuras monstruosas de unos delfines con colas de dragón.
Otros niños aparecen también en las columnas salomónicas, adaptados a
sus espiras, y en las veneras que coronan las calles laterales. Este
conjunto se completa con una cuidada imaginería, presidida por la talla
de San Pedro en cátedra. A ambos lados de ella se localizan las tallas
de San Bartolomé y un santo dominico, ambas de composiciones dinámicas.
El Calvario centra el ático, entre San Miguel y el Ángel de la Guarda,
tallas de una factura muy adecuada al remate del conjunto. El banco,
por su parte, incluye dos hermosos relieves con la Anunciación y la
Huida a Egipto, escenas que se desarrollan en sendos escenarios bajo
cortinajes. El propio Juan Zapater se ocupó por las mismas fechas del
retablo del Santo Cristo, obra también de gran capricho ornamental.
Alberga un Crucificado románico, fechable en el siglo XIII. Estilo
parecido al de estos retablos tienen los de San Ramón Nonato y Santa
Ana, que datan igualmente de comienzos del siglo XVIII. El primero de
ellos incorpora un lienzo barroco de su titular de gran tamaño,
mientras que el segundo luce un grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño
perteneciente al segundo tercio del siglo XVI. De la misma época son
otras imágenes que se conservan en la casa parroquial, todas ellas
procedentes del retablo mayor que tuvo la ermita de Santa Ana. También
se veneraba en este lugar la talla gótica de la Virgen sedente con el
Niño,
de comienzos del siglo XIV, que hoy aparece en el presbiterio. El
tesoro parroquial incluye diversas piezas de orfebrería, sobresaliendo
una cruz procesional rococó, labrada en torno a 1758 por el platero de
Pamplona Joseph Yávar.
ERMITA. En las inmediaciones del pueblo se encuentra la ermita de
Santa Ana, edificio del siglo XVI que tiene nave única jalonada por
potentes arcos apuntados en los que descansa la cubierta con vigas de
madera. Hoy se halla en estado ruinoso. Disposición semejante ofrece la
ermita de Santo Domingo, construcción de tipo rural localizada en un
monte lejano de la población. Su interior conserva un retablo barroco
de comienzos del siglo XVIII.
ARQUITECTURA CIVIL. En el casco urbano de esta villa se conservan
abundantes edificios barrocos ennoblecidos con escudos. De ellos
destaca un monumental edificio de sillería emplazado en la calle José
Antonio Elola, que puede identificarse con el Palacio de Pitillas,
cuyas obras se documentan en 1651 y 1720. En las afueras existe un
crucero fechado en 1568.
Enlaces de interés:
A) Documentos digitalizados (públicos y privados) de interés para la localidad
B) Enlace al archivo municipal
C) Otros archivos con documentos relevantes sobre la localidad
Archivo General y Real de Navarra
Archivo Diocesano del Arzobispado de Pamplona y Tudela
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