Aguilar de Codés
Zona no vascófono.
Limita al N con Genevilla y Santa Cruz de Campezo (Álava), al E con Azuelo, al S con Aras, Viana y Labraza (Álava) y al O con Marañón y Cabredo. En el término pueden distinguirse las siguientes áreas geomorfológicas: en el centro una cubeta sinclinal cuyo fondo oscila entre 600 y 800 m, recorrida de O a E por el río Linares. y correspondiente al oligomioceno arcilloso; al N una zona montañosa constituida por las faldas S y E de Peña Humada (1.363 m), Sierra Chiquita (990 m) y Peña Ochanda (914 m), formada en sus cumbres por calizas del Cretácico Superior y que tiene adosados a sus vertientes una banda de conglomerados olivo-miocénicos en el N, y al S una serrezuela de dirección O-E (Las Llanas-Alto de Astray) que culmina a 800-900 m, constituida por arcillas y areniscas oligo-miocénicas y que se halla separada de la cubeta por una falla.
Clima y Medio Ambiente
Desde el punto de vista bioclimático se distinguen dos zonas: la cubeta sinclinal es mediterránea y la montaña del N y S submediterránea, con una pequeña área de las montañas septentrionales que puede incluirse en la región atlántica. Las precipitaciones anuales oscilan entre 600 y 1.000 mm, distribuidas en 80-100 días, la temperatura media anual es de 8º-10º C y la evapotranspiración potencial de 650-700 mm.
Flora
El propio catastro de la riqueza territorial expresa esas condiciones ecológicas: aún quedan, como reliquias de bosques pretéritos, 127 Ha de encinar, 27 de robledal y 16 de hayedo.
A estas especies se han añadido las repoblaciones de pino laricio de Austria.
HERÁLDICA MUNICIPIAL: Trae de oro y un águila pasmada, de sable. En bordura de gules, las cadenas del reino. Este escudo se lo dio Sancho VII el Fuerte y es de los que en Heráldica se denominan parlantes.
HISTORIA: En su término municipal se encontraron
siete fragmentos de estelas funerarias de época romana. En casi todas ellas se
repiten, como motivo decorativo, toscas representaciones humanas con las manos
enlazadas. Históricamente, la villa fue creada como un desdoblamiento de
Marañón (1269). Teobaldo II le concedió el fuero de Viana, siguiendo la política
de sus antecesores de reforzamiento de la frontera con Castilla y como posición
de apoyo de la zona de Laguardia. La exención de peajes y la facultad de
celebrar mercado los martes eran buen estímulo para atraer pobladores. Enrique
I dispuso (1271) que los habitantes del Río se trasladaran a la nueva villa y
un siglo después (1373) Carlos II ordenó lo mismo a los de Azuelo, que por lo
demás quedaron adscritos a su jurisdicción. Su término incluyó también el del
desolado de Collantes. Enrique I había entregado vitaliciamente la villa a
Pedro Sánchez de Monteagudo. Tuvo estatuto de buena villa y asiento en Cortes
por lo menos desde 1305. Por la sentencia arbitral de Bayona (1463), debía pasar
a manos del monarca castellano Enrique IV, pero sus habitantes se resistieron y
permanecieron dentro del reino de Navarra. En premio a su fidelidad, Juan II
eximió (1466) del pago de la fonsadera, de la que se habían redimido ya de la
mitad abonando a Carlos II, 120
libras (1368); y les condonó el censo que abonaban por
el monte de Lanz.
Tras un largo período sin noticias reseñables,
Aguilar de Codés fue escecenario importante, durante el XIX, de las Guerras Carlistas, sobre todo
durante la primera, en que constituyó en diversos momentos principal refugio de
Zumalacárregui.
Mediado el siglo el término tenía unas 12.400 robadas, de ellas 4 de cultivo.
En los años veinte nuestro siglo tenía salinas, alguna ganadería, y una pujante
agricultura. Había un puesto de la guardia civil y un hospital.
Fue patria del obispo Juan Pérez del Notario y del general Guergué, de los
escritores Joaquín Martínez de Zúñiga, José del Solar y Maeztu y Agapito
Martínez Alegría.
Enlaces a archivos de interés:
Archivo General y Real de Navarra
Archivo Diocesano del Arzobispado de Pamplona y Tudela
Portal de Archivos Españoles (PARES)
Enlaces a hemerotecas de interés:
Hemeroteca del Diario de Navarra
ARTE. En el centro del pueblo se alza la parroquia de la Invención de la Santa Cruz, edificio gótico construido en dos etapas diferentes. Durante el siglo XIV debió de edificarse la nave con cuatro tramos de bóvedas de crucería sexpartitas y capillas laterales. Éstas se abren entre los contrafuertes a través de arcos ojivales. Todas ellas tienen bóvedas de medio cañón apuntado. Posteriormente, en el transcurso del siglo XVI, se hizo el crucero con pilares cilíndricos, los apoyos de sus bóvedas estrelladas, y la cabecera poligonal. Al mismo tiempo se labró la sacristía, provista de nichos para las cajoneras y con bóveda de terceletes. Sus exteriores presentan muros de sillar; el del lado de la Epistola se abre en una portada gótica tardía de arcos apuntados y óculo lobulado en el tímpano, que cobija una talla de Santa Elena del siglo XVI. La entrada está protegida por un pórtico barroco del siglo XVIII. En esta misma centuria (1747), Martín de Beratúa levantó la torre que se encuentra a los pies. Está formada por dos cuerpos cúbicos de sillería y otro octogonal de aspecto más decorativo, con medios puntos y óculos entre pilastras, más cupulita y linterna de remate. Sigue un modelo que alcanzó amplia difusión por la merindad de Estella y la Rioja. El interior del templo está decorado con diversos retablos de los siglos XVII y XVIII. Destaca el mayor, de estilo rococó, por sus dimensiones y decoración. Su traza, adaptada a la forma de la cabecera, obedece a un proyecto monumental: alto banco decorado con motivos rocallescos y cuerpo único con columnas compuestas de orden gigante que marcan tres calles, más cascarón de remate. La iconografía está representada por tallas de la época, salvo una Virgen con el Niño que procede del antiguo burgo de Collantes. Es una escultura de estilo hispano-flamenco de hacia 1500 que hoy se localiza en el expositor. Con este retablo forman conjunto los colaterales de la Virgen del Rosario y del Santo Cristo, ambos de la primera mitad del siglo XVII y de traza manierista. Lucen lienzos tenebristas y de estilo lineal. De cronología semejante son los retablos de San Pedro y San Juan Bautista, con tallas de sus titulares de buen porte e incipiente naturalismo. El retablo de Santa Bárbara es rococó, neoclásicos de finales del siglo XVII los de la Inmaculada y la Virgen de la Soledad. El coro tiene una sillería del siglo XVIII, algunos de sus asientos se aprovechan de relieves de las Virtudes y los Evangelistas, del segundo tercio del siglo XVI. Su estilo es expresivista, propio de esta fase de la escultura renacentista. En la sacristía se conservan cajonerías del siglo XVII y varios lienzos de hacia 1700. Dentro del capítulo de orfebrería sobresale un cáliz de plata de finales del siglo XVI, de estilo bajorrenacentista y rica decoración. Fuera del casco urbano se encuentra la ermita de San Bartolomé, románica de transición al gótico, construida con gruesos muros de sillar y contrafuertes. Tiene nave única con dos tramos de bóveda sexpartita sobre arco apuntado y ábside ultrasemicircular con tres ventanas abocinadas. Este último está cubierto por bóveda gallonada con nervios de sección circular, encuadrando plementos de sillarejo, lo mismo que en la nave, según el modelo impuesto en la Colegiata de Roncesvalles. Se accede al interior por una portada abierta al lado de la Epístola, compuesta de arco de medio punto sobre columnas de capiteles figurados, cuya labra puede relacionarse con el maestro Esteban y con la portada oeste de San Pedro el Viejo de Huesca; el tímpano tiene un relieve del Cordero Místico sobre el Crismón, dentro de un círculo que sostienen ángeles arrodillados, que recuerdan en su barroquismo el estilo de la portada de San Miguel de Estella. Cerca de la portada se localiza una lápida, alusiva a Arnaldo, presbítero y archidiácono de Angulema, que fue enterrado en esta ermita en 1192. Con anterioridad a esta fecha tuvo que erigirse el templo, dentro del siglo XII. Se construyó en dos etapas distintas, pues las cubiertas avanzan más hacia el gótico. En su interior se venera una talla romanista de San Andrés. Además existen en el término de Aguilar de Codés las ermitas de San Cristóbal y San José. En la capilla del cementerio existe una talla del Crucificado, de estilo hispano-flamenco, que puede fecharse a comienzos del siglo XVI.
La pequeña población de Aguilar de Codés, emplazada en la cresta de un montículo, ofrece el esquema de ciudad camino con dos calles paralelas de trazado longitudinal donde se localizan sus casas y edificios más importantes. Una de ellas, la de la Solana, corre siguiendo la antigua línea de muralla, de la que se conservan torreones y vestigios de lienzos. En la calle Obispo Don Juan Plaza García abundan los inmuebles renacentistas y barrocos, muchos de ellos con escudos. Las casas números 5 y 7 datan del siglo XVI y presentan grandes arcos apuntados con potentes dovelas y decoración de bolas. De esta misma centuria es el n.º 32. Barroco de la segunda mitad del siglo XVIII es, sin embargo, el gran palacio que está en el n.° 68.